Noemí Bautista Cruz Izúcar de Matamoros, Pue.
“Betita” Enríquez, una mujer que enviudó y se convirtió en una mujer revolucionaria para sacar adelante a sus hijos, principalmente, pero también fue partícipe de la Revolución Agraria, la lucha por la recuperación de las tierras, y en la cooperación para la inclusión de la mujer en actividades sociales en su comunidad.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el 8 de marzo, entrevistamos a Gilberta Enríquez Sánchez, mejor conocida como “Betita”, nació el 10 de enero de 1921, en la junta auxiliar de Ayutla, perteneciente a Izúcar de Matamoros, en condiciones muy precarias.
Una mujer de 97 años edad, con la piel arrugada, pero con una lucidez que sorprende a muchos, aunque olvide algunos nombres o fechas, tiene presente cómo ocurrieron los hechos en una época de conflictos sociales, acompañada de sus dos hijas, quienes la apoyaban a recordar algunos datos.
Nos contó que a la edad de 17 años se casó con Teodoro Sánchez Frutis y tuvo que irse a vivir a San Nicolás Tolentino, en un pequeño cuarto. Con su esposo tuvo 9 hijos, 5 hombres y 4 mujeres, de los cuales 6 de ellos aún viven.
Narró que ha habido muchos cambios en cuando a la vida de las mujeres, ya que ahora son más libres porque pueden trabajar, salir de sus casas solas, ahora ya trabajan, sin embargo en su época ellas tenían que permanecer en sus hogares cuidando a los niños, hacer la comida y tener limpia la ropa de su esposo, sin poder salir ya que no había dinero y tampoco se lo permitían.
Dijo que los hombres ganaban 7 pesos a la semana y eso únicamente alcanzaba para comprar lo básico. Su esposo era carrero, manejaba la carreta para transportar la caña de los cultivos a las haciendas.
Inicia movimiento
agrario en Izúcar
Mencionó que al finalizar el año, en el ingenio únicamente les daban a los campesinos 50 pesos, una despensa que tenía una sardina y chiles, en total cuatro artículos, que no les alcanzaba ni para una semana, mientras que el dueño del ingenio Jenkins (William Oscar Jenkins) recibía grandes ganancias.
Cabe hacer mención que William Oscar Jenkins, es un gringo que llegó a México en 1901 a la edad de 23 años y unos cuantos dólares en el bolsillo (de acuerdo a los historiadores), al inicio de la Ley seca en los Estados Unidos. A su llegada a nuestro país asume el negocio azucarero y el textil. Para 1938 ya era dueño del Sistema Azucarero de Atencingo, el ingenio más importante del país, ubicado en el estado de Puebla, habiendo adquirido todas las haciendas dedicadas a este ramo que se encontraban en Tepeojuma, San Nicolás Tolentino, Matlala, San Juan Raboso, La Galarza y San Félix Rijo.
En 1950, Ruben Jaramillo, fue el que encabezó el movimiento para quitarle la tierra al gringo, a quien conocía como asesino, ya que cualquiera que se oponía a sus ideales, o los trabajadores que llegaban tarde o que faltaban, los mandaba a matar.
Su esposo, fue el que apoyó el movimiento del anexo de San Nicolás Tolentino, y recuerda que se trasladaban a México para ir a la campesina (Confederación Nacional Campesina), en donde encontraron apoyo, hasta que lograron quitarle las tierras al gringo; al principio les dieron 6 tareas, lo que correspondía a 600 metros cuadrados, y comenzaron a trabajar en sus tierras.
Los comisariados después del reparto de las tierras, se movilizaron para mejorar las condiciones de trabajo, por lo que iban cada semana a la Ciudad de México, ya que a pesar de que poseían las tierras, el ingenio aún tenía un gerente y estaba a cargo del “gringo”, quien los seguía oprimiendo laboralmente.
En el movimiento participaron más de 2 mil ejidatarios, y con el paso del tiempo cobraban más fuerza. Varios grupos del poder entre ellos, el “Jenkins” y el gobierno en turno vieron amenazados sus intereses, y comenzaron a matar a los impulsores entre ellos a Porfirio Jaramillo, hermano de Rubén, iniciador de la Revolución Agraria en la región; después de él siguieron muchos hombres entre ellos: Fortunato Calixto y Crispín, ambos de La Galarza, y posteriormente a Cirilo Gutiérrez de San Juan Raboso.
Después de la muerte de estos personaje, su esposo continúo con el movimiento, lo que provocó el enojo del Jenkins, y comenzó la persecución para matarlo, pero se escapó en innumerables ocasiones, sin embargo le tendieron una trampa entre la calle Reforma e Independencia, en el centro de Izúcar de Matamoros, el 9 de mayo de 1964, disparándole; su cuerpo se lo llevaron, para que no pudieran encontrarlo.
Ahí fue cuando Gilberta Enríquez, junto con otras féminas, iniciaron un movimiento, para exigir que apareciera el cuerpo de su esposo, ya que desde aquel 9 de mayo, no supieron nada de él, después de varios meses de búsqueda lograron ubicar sus restos.
Sin embargo, en ella ya había nacido su actitud revolucionaria, y en unión con otras mujeres iniciaron la agrupación “Liga Femenil de la Confederación Nacional Campesina”, de San Nicolás Tolentino, donde comenzaron a realizar actividades para involucrar la participación de las mujeres en la política.
Enríquez Sánchez cuenta que después del fallecimiento de su esposo, se vio obligada a comenzar a cultivar la caña, pero debido a la manera en que mataron a su esposo, no muchos hombres querían trabajar en esos terrenos por las supersticiones, ante ello, manifiesta que aprendió a sembrar caña, pero no únicamente eso sino también a sembrar flor de muerto.
Con la ayuda de sus hijos dice que sembraban las tierras que le heredó su esposo, y le daba trabajo a mujeres y niños, para que pudieron llevar el sustento a sus hogares, posteriormente, las cosas fueron mejorando agregó, pero tuvo que trabajar mucho para sacar adelante a sus hijos, además de que ella también atendía su tienda.
Relató que con la organización de mujeres se llevaban a cabo desfiles, eventos de niños para regalarles juguetes. Así fue como comenzaron a involucrarse las mujeres en actividades culturales. Se volvió una mujer que lucha incansable para mejorar la calidad de vida de su familia pero también de su comunidad, por lo que personajes políticos acudían a verla para organizar eventos o en las campañas políticas.
Mencionó que a pesar de conocer a muchos funcionarios públicos, nunca aceptó ningún cargo en la política a pesar de que se lo propusieron, ya que su prioridad era sacar adelante a sus hijos.
Sus hijas, quienes se encontraban con ella al momento de la entrevista, dijeron que debido a todo el trabajo que ella realizó a lo largo de su vida, les dio una carretera a sus hijos, con dificultades y carencias, pero los logró sacar adelante.
Contó que su actitud revolucionaria y férrea a la vida y a su comunidad, apoyó a la creación de instituciones educativas a favor de la educación de los niños, como son: el jardín de niños “Cuauhtémoc”, la secundaría “Plan de Ayala” (algunos propusieron que la escuela llevará el nombre de su esposo, Teodoro Sánchez Frutis, sin embargo, algunos se opusieron a la idea), y el bachillerato “Guadalupe Victoria”, ubicadas en San Nicolás Tolentino.
En Ayutla, también apoyo en la creación del jardín de niños “Luis Donaldo Colosio”, para los pequeños pudieran adquirir los conocimientos básicos antes de ingresar a la primaria, por lo que con apoyo de los habitantes lograron el registro ante la SEP del preescolar.
Vida actual
A sus 97 años mencionó que esta agradecida con la vida por lo vivido, pero que a veces le pide a Dios que porque no se la lleva, ya que siente que es una carga para sus hijos, debido a que ya no puede caminar, ni escuchar bien.
Ella actualmente vive con sus tres hijas, quienes la interrupieron, y le dijeron que están agradecidas por todo lo que tuvo que vivir para sacarlos adelante, y ahora es el turno de ellas de cuidarla.
Platicó que con el sismo del 19 de septiembre del año pasado, su casa sufrió graves afectaciones, por lo que tuvo que salirse e irse a vivir con unas de sus nietas mientras reparaba su vivienda.
Finalizó dándoles un mensaje a las mujeres que están solas, que ellas pueden salir adelante pese a las dificultades a las que se enfrenten, y que deben trabajar y darse valor y no depender de un hombre. Ya que sin tener a un hombre a su lado, ella logró salir adelante, por lo que también las demás pueden hacerlo.