Semana Política/ Gabriel Sánchez Andraca
Le comentamos que en este proceso electoral, tres de los principales partidos políticos del país han sufrido una descomposición interna que los obligarán, terminado el proceso, a reinventarse, a rehabilitarse, de lo contrario estarán condenados a su extinción. Esos partidos son el PAN, el PRD y el PRI.
La situación del PRD, que durante más de 20 años fue considerado como el representante de la izquierda mexicana, está en peores condiciones que el PAN, pues en Puebla, por ejemplo, era un partido en crecimiento. Hace seis años, su candidato a la presidencia de la República fue Andrés Manuel López Obrador, que obtuvo mayoría de votos en la entidad poblana, aunque curiosa y sospechosamente, no obtuvo ningún triunfo para senador o diputados federales, posesiones que quedaron muy mal repartidas entre el PRI y el PAN: las dos senadurías de mayoría para el PRI; la de primera minoría para el PAN. El PRD, tuvo un senador de representación proporcional, lo mismo que el PT.
Aunque el PRD fue parte de la alianza triunfadora en las elecciones locales del 2010, no tuvo ninguna posición relevante dentro del gobierno. La Secretaría General de Gobierno, la ocupó el licenciado Luis Maldonado Venegas, que era dirigente nacional del partido Movimiento Ciudadano.
Pasado un tiempo, el gobernador Rafael Moreno Valle, lo convenció de pasarse a las filas del PRD, aceptó y su brinco del MC al PRD, fue espectacular. Fue recibido por la plana mayor perredista como si fuera un héroe cívico, y engolosinado por eso, quiso ser el dirigente nacional, pero ahí sí, ya no pegó, pues hubo oposición cerrada de perredistas de base tanto de Puebla como de otros estados y “Los Chuchos” que mandan muy democráticamente en ese partido, no se atrevieron a imponerlo, aunque querían hacerlo.
Fue candidato a diputado federal y tuvo fuerza en la bancada perredista, pero hasta ahí quedó todo.
Después del surgimiento de Morena, se desató una “migración hormiga” del PRD a Morena, que culminó con el paso de Luis Miguel Barbosa Huerta, el senador poblano y un buen número de senadores perredistas a las filas de López Obrador.
Sin embargo, dos mujeres del PRD, doña Roxana Luna Porquillo, diputada federal y doña Socorro Quezada Tiempo, diputada local y dirigente estatal, dieron la batalla dentro de su partido. Al final, la señora Quezada Tiempo fue suspendida en sus funciones de dirigente y al parecer ya está fuera de su partido y doña Roxana, que sostuvo una lucha dura contra el morenovallismo, acabó como candidata a una diputación federal, por ese grupo, para estas elecciones. Las vueltas que da la vida.
El PRD en Puebla, como en el Distrito Federal y en casi todo el país, es una entelequia que, si no fuera por su alianza con el PAN no alcanzaría en esta elección el porcentaje necesario para mantener su registro. La reestructuración perredista, su reconstrucción, será muy difícil, tal vez imposible.
El partido del sol azteca ya no responde ni a su nombre, porque no puede creerse que revolucionará a la democracia, si internamente es un partido totalmente antidemocrático, propiedad de “Los Chuchos”, que se adueñaron de él, facilitando con ello el surgimiento de otra fuerza que también se dice de izquierda y en la que los militantes del PRD, parecen confiar más.
Su mayor fuerza la tuvo en el Distrito Federal, hoy Ciudad de México, pero en estas elecciones, se le ubica en el tercer lugar de preferencias del electorado después de Morena y del PRI. Y si el PRD pierde la ciudad de México, lo habrá perdido todo. Su derrumbe será dramático y generalizado.
El pasado miércoles en la ciudad de Acatlán de Osorio, el joven César Morales Quintero, militante del Movimiento Antorchista, fue aprehedido por la policía municipal y nadie sabe la razón de ello. Fue golpeado y subido a una camioneta de dicha policía y llevado a la cárcel. Cuando su señora madre llegó para saber las razones de su detención, fue informada de que su hijo se había suicidado.
Más de cien ciudadanos se juntaron de inmediato para protestar y exigir explicaciones a las autoridades. Incluso se bloquearon algunas calles para impedir el paso de automóviles. El dirigente antorchista en esa zona, Adrián Carvajal Gomezcaña, ha exigido explicaciones inmediatas a las autoridades municipales y a la policía y nadie ha respondido.
Este problema, ocurrido días previos a las elecciones más difíciles del país y en una zona del sur de Puebla, donde en días normales se registran hechos de violencia, puede originar un conflicto de graves consecuencias. Es urgente que las autoridades estatales intervengan lo más pronto posible y encuentren una solución.