Opinión de Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
Frente a la grave crisis que enfrenta el Partido de la Revolución Democrática (PRD), su dirigencia nacional ha decidido darle un giro a sus principios y a su proyecto político; conforme a la propuesta que preparan para su XVIII congreso, ese instituto político que nació de un movimiento democrático nacional y que logró su registro gracias a los militantes de la izquierda mexicana, abandona su ideología de origen para transformarse en un partido socialdemócrata.
El otrora partido abanderado de las causas de la izquierda mexicana, se ha ido deteriorando a lo largo de las últimas dos décadas. Sus primeros errores fueron sus alianzas electorales con el Partido Acción Nacional y, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, su incorporación a la alianza que permitió a este presidente realizar las reformas estructurales neoliberales.
La puntilla para este partido fue el triunfo del Movimiento Regeneración Nacional, que enarboló las banderas originales del PRD, mientras los militantes del Sol Azteca se unían al PAN para apoyar la candidatura de Ricardo Anaya.
El resultado de 2018 fue que el PRD sólo obtuvo 1 millón 602 mil sufragios, es decir, el 2.83 por ciento de la votación total. En esta situación de enfermo agonizante llegó a las elecciones de 2021, con la pérdida de registro en 15 estados del país y quedar con una representación casi simbólica en la Cámara de Diputados: únicamente 14 legisladores.
Frente a esta situación que hunde al partido, su dirigencia anunció el pasado 11 de octubre el relanzamiento del partido para responder a “la necesidad de una fuerza progresista, social, liberal, republicana, feminista, tolerante y comprometida con la diversidad sexual, el medio ambiente y el desarrollo sustentable”, según afirmó su dirigente nacional Jesús Zambrano.
En la reunión donde Zambrano hizo este anuncio, se encontraba el representante de la extrema derecha empresarial Claudio X. González, artífice de la alianza Va Por México, integrada por el PAN, el PRI y el PRD.
En este contexto se entiende que al final del llamado a transformar el partido, Zambrano haya asegurado que esto se lograría “con el esfuerzo convencido de todos y de la mano de la sociedad civil”, desde luego, representada en la reunión por Claudio X. González.
Los siguientes pasos para esta transformación los está dando el partido con el XVII y el XVIII congresos nacionales. El primero, celebrado el 9 de octubre, y el segundo a celebrarse los días 4 y 5 de diciembre.
Al anunciar este último congreso, Zambrano informó que el PRD transitará hacia la socialdemocracia, por lo que buscarán reformar sus documentos básicos, los estatutos y la declaración de principios.
¿Qué es la socialdemocracia?
La socialdemocracia es una corriente política que abarca tanto la idea de un socialismo democrático hasta una tercera vía frente a la decadencia del neoliberalismo. Tiene su raíz en el socialismo europeo, e incluso en el siglo XX se inspiró en la Segunda Internacional.
Sus postulados varían según el país o la inspiración ideológica, y van desde los principios socialistas de la preeminencia de la propiedad social sobre la propiedad privada, hasta la concepción de una “tercera vía” que propone la rectoría del estado sobre la economía, a la par del libre mercado.
Algunos autores consideran como organizaciones políticas de inspiración socialdemócrata al movimiento sandinista de los años 70, al Partido Popular Socialista de México, el extinto PPS. Actualmente, se identifican como gobiernos socialdemócratas en América, entre otros, los de Luis Inacio Lula da Silva en Brasil y Michele Bachelet en Chile.
Frente al anuncio de relanzamiento del PRD hacia la socialdemocracia, caben dos preguntas:
¿Qué entenderán los dirigentes y los ideólogos perredistas por socialdemocracia?
¿Entenderá la militancia perredista que ahora serán socialdemócratas o se preguntarán: con qué se come eso?