Opinión Libre / Hipólito Contreras
De aquí en adelante, hasta tres días antes de la elección del primer domingo de julio del 2018, en México sólo se hablará de política, de oferta política por parte de los candidatos a los diferentes cargos de elección, sobre todo los que van en busca del voto para lograr la Presidencia de la República.
Como sabemos, en Puebla además de la elección presidencial, se renueva el Congreso local, el Gobierno del Estado y los 217 ayuntamientos.
La del 18 será una elección inédita porque todo el poder ejecutivo y legislativo se renueva, será una mega elección nunca antes vista en México. El Instituto Nacional Electoral, los institutos estatales electorales y los tribunales electorales, tienen una mega tarea por cumplir, contarán los votos y resolverán los conflictos que se presenten y que serán muchos.
¿Qué va a pasar? Pues no se sabe, lo que se desea es que sea una elección democrática, que se respete la decisión de los más de 90 millones de ciudadanos que tendrán la oportunidad de votar, y que se reconozcan los triunfos de los candidatos que así lo demuestren con las actas de escrutinio.
Sin duda el mundo estará pendiente de lo que suceda en la mega elección, México ocupa un lugar importante por lo que representa, por su economía, su riqueza petrolera, su comercio internacional, sus talentos, su apertura comercial, las inversiones extranjeras, etcétera.
De ocho de la mañana a seis de la tarde, (se supone) los mexicanos decidirán lo que quieren para el país, serán 10 horas intensas de votos, de las seis en adelante iniciará el conteo de los votos, y antes de las 12 de la noche aproximadamente se tendrán resultados preliminares por el sistema de conteo rápido.
En ese lapso los mexicanos sabremos quiénes han ganado la elección porque aunque serán resultados parciales, ya se tendrá una tendencia de qué candidato ganó la elección presidencial y quiénes van adelante en las diputaciones, senadurías, gobiernos estatales y presidencias municipales.
Se desea que el primer domingo de julio del 2018 sea un día de fiesta, de democracia, que la población esté contenta con los resultados obtenidos, que reconozca que se ha respetado su voluntad en la elección.
Desde Plutarco Elías Calle hasta Enrique Peña Nieto las elecciones presidenciales no han tenido problemas graves.
Como se recordará, la elección de 1988 fue un poco conflictiva pues Cuauhtémoc Cárdenas y su coalición, el Frente Democrático Nacional, reclamaba el triunfo, al final, aceptaron que Carlos Salinas de Gortari fuera declarado ganador. En el 2006 se presentó otro incidente, López Obrador reclamaba el triunfo, incluso la toma de posesión de Felipe Calderón fue conflictiva, pero al final todo volvió a la normalidad.
Es deseable que la del 2018 sea una elección pacífica y que al final sea declarado ganador a la presidencia de la República el candidato que haya ganado realmente, ya sea José Antonio Meade, Ricardo Anaya o Andrés Manuel López Obrador, lo que se pide es que se respete la voluntad de los mexicanos.
Un triunfo apretado de López Obrador con una diferencia de dos o tres mil votos de diferencia sería fácil hacerlo perder para el grupo en el poder, pero con dos o tres millones de votos será conflictivo y peligroso que el grupo en el poder no reconociera el resultado.
También puede suceder que los mexicanos le den una oportunidad más a la derecha con un triunfo de Meade o de Ricardo Anaya, y entonces, nada cambiará, la derecha seguirá en el poder por seis años más, MORENA y los partidos de la coalición serían derrotados y quedarían debilitados.
En México sucede lo que no debe de suceder, los ciudadanos en general son cada vez más golpeados por el sistema político y económico, por el sistema de libre mercado, pero increíble, siguen votando por el sistema, así lo han hecho desde 1982.
Sí, suena increíble, la derecha golpea fuerte a la mayoría de la población nacional con sus políticas, pero al mismo tiempo recibe el apoyo de esa misma población en las urnas, la derecha ha ganado o se ha impuesto en todas las elecciones desde 1982.
Vamos a ver si esa población hoy más informada y politizada sigue votando por la derecha, o bien le da un giro a su voto y se va más a la izquierda, vamos a ver si se deja llevar por ese dicho popular de que “más vale viejo por conocido que nuevo por conocer”. Vamos a ver qué pasa, este es un pueblo maduro, inteligente, lo tiene que demostrar en la elección del 2018, tiene simplemente que decidir por el continuismo o continuidad del sistema, o decide por un posible cambio, aunque los detractores le llamen peligroso populismo o regreso al pasado, o un paso a la dictadura.
Los ciudadanos de hoy no son tontos, y aunque estén un tanto manipulados por los instrumentos tecnológicos y el consumismo, saben muy bien lo que quieren y les conviene.
Digamos que en México la elección del 2018 la decidirán unos 50 millones de jóvenes menores de 45 años, ellos decidirán qué onda, hacia dónde llevan al país.