Estamos en el 2017, han pasado cien años desde que se promulgó la Constitución de 1917 en Querétaro, fue testigo y actor principal el presidente Venustiano Carranza, en ese documento, que viene siendo el acta del país, se establecen los principios, las leyes y el camino que deberá seguir México como nación.
Los constituyentes eran gente muy capaz, muy centrada, todo lo contemplaron en la Carta Magna: tierras y aguas de la nación, minerales, petróleo, tierras agrícolas, ejidos, pequeñas propiedades, derechos y obligaciones de los trabajadores y empresas, seguridad social, libertad de expresión y manifestación, salud, educación, etc.
Los constituyentes trazaron hábilmente el modelo del país, no era un modelo socialista, pero tampoco capitalista, era un modelo en el que se plantea un sistema benefactor para las mayorías, un modelo de justicia social, de apoyo a los grandes sectores de la población.
En materia de tierras los constituyentes decretaron el reparto de las mismas al ver que las tierras del país las concentraban un grupo de hacendados, cada hacendado tenía miles de hectáreas. Después de promulgada la Constitución de 1917, vendrían los frutos, los logros, con Lázaro Cárdenas, cuando se inició el reparto agrario en todo México, después viene la gran institución, surgiendo el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la Secretaría de Salubridad y Asistencia, el Banco Ejidal, después el ISSSTE, a principios de la década de los 70 se crea el INFONAVIT, luego siguieron otras grandes instituciones como el Instituto Nacional Indigenista, CONASUPO, el FIRCO y otras que apoyaron el campo y las comunidades.
Esto fue lo que hizo la Constitución de 1917, creó las bases y las instituciones para generar desarrollo, estabilidad económica, justicia para México.
Pero ¿qué pasó? Que llegaron los gobiernos neoliberales a partir de 1982 y acabaron con ese modelo de país, empezando por reformar la Constitución, artículo por artículo, todo fue reformado para hacer un sistema empresarial, comercial, México se puso a remate, se vendieron las grandes empresas del Estado y sólo dejaron dos, PEMEX y la CFE, hoy esas dos empresas prácticamente están en manos privadas.
A 35 años de instaurado el modelo de libre mercado, la economía del país está destrozada, un diez por ciento de la población concentra el 90 por ciento de las riquezas de la nación, la pobreza se extiende por todo el territorio nacional, la corrupción está en los tres niveles de gobierno, la violencia e inseguridad está en todos lados, y si hay crecimiento económico es para los grupos minoritarios privilegiados y para las grandes mayorías no hay crecimiento, existiendo un constante abuso a la clase trabajadora, con bajos salarios y la amenaza constante de despido.
Esto es lo que ha hecho el modelo de libre mercado a partir de 1982, México es uno de los países más corruptos del mundo, ya que ocupa el segundo lugar en muertes violentas y es el país más desigual e injusto del mundo.
Ha llegado el momento de sacudirse ya este sistema de gobierno, de sustituirlo por otro mejor, por uno que inicie un gran proceso de transformación, que ponga las bases de un nuevo país, un país más desarrollado y justo, un país en donde todos trabajen, que coman dignamente, vistan, estudien, hagan deporte y tengan seguridad social, además de viviendas y tener recreación.
Pero ¿de quién depende un cambio de sistema? De los 125 millones de mexicanos, de nadie más, ellos deben decidir qué rumbo toma el país, qué camino toma, qué sistema se instaura. El poder reside en el pueblo y es el pueblo el que puede decidir el tipo de gobierno que quiere.
En el 2018 esos 125 millones de mexicanos decidirán si seguimos con el mismo sistema tripartidista, con el mismo PRI-PAN-PRD, o le dan la vuelta al asunto, el país está en sus manos. Pero cabe señalar que el futuro de este país no están en ninguno de los partidos políticos con registro, ni siquiera en MORENA, que se coloca como una alternativa viable, el futuro de México está en sus ciudadanos, en su gente, ellos decidirán qué hacer en el 18, ellos nos dirán hacia dónde vamos y qué camino tomamos.