Alfonso Yáñez Delgado
A finales del Porfiriato, ante la inminencia de una renovación del gobierno, resurgió el activismo de la extrema derecha, y con el triunfo de las fuerzas carrancistas en la Revolución Mexicana volvió a cobrar fuerza el conflicto entre la Iglesia y el Estado, y el proyecto derechista de instaurar el “gobierno de Cristo Rey” en nuestro país.
Tuvo lugar así la sangrienta guerra cristera (1926 a 29), lucha armada entre el gobierno y las fuerzas clericales, organizadas mediante grupos como la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), creada en 1913, la Unión de Padres de Familia, fundada en 1917 para oponerse a la educación laica establecida en el artículo tercero de la Constitución de 1917, y la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, que existió entre 1925 y 1938 (Ibid., pp. 56 y 71).
A la par de esas organizaciones, la extrema derecha fue creando grupos secretos, que comenzaron a controlar a otras asociaciones derechistas y cuya acción persiste hasta nuestros días.
La primera de esas organizaciones secretas fue la Unión de Católicos Mexicanos, “La U”, creada en Morelia en 1915, por el entonces canónigo Luis María Martínez Rodríguez (quien de 1937 a 1956 fungiría como arzobispo de México), alentada por sacerdotes jesuitas, y cuyo objetivo era “la implantación del orden social cristiano en todo el país”. (Ibid., p. 47).
“La U” desaparecería al final de la Cristiada, pero en los años 30 aparecería otro grupo secreto, fundado por el ingeniero Manuel Romo de Alba: las Legiones, que exigía a sus militantes “defender a México de todos los ataques de la masonería y el comunismo” (Ibid, p. 73).
Las Legiones contemplaban 12 secciones destinadas a diferentes sectores: patronal, obrero, campesino, estudiantil, clase media, información, comunicación, propaganda, etc.
En 1935, Romo de Alba renunció a la dirección de las Legiones y dicha organización secreta se trasformó en la Base, o la OCA (Organización, Cooperación y Acción), que impulsó a importantes organizaciones derechistas, como fue la Unión Nacional Sinarquista, que mediados del siglo XX cobró fuerza en algunas regiones de México y cuyo dirigente histórico fue Salvador Abascal Infante, padre de Carlos Abascal Carranza, dirigente empresarial que en el sexenio de Vicente Fox fungiría como secretario del Trabajo y luego de Gobernación.
A principios de los años 30 se creó otro grupo secreto de la extrema derecha, que llegaría a actuar con extrema violencia: los llamados “Tecos”, cuya fundación “se atribuye al jesuita Jesús Martínez Aguirre, con el apoyo de los padres Joaquín Figueroa de Luna y Joaquín Sáenz Arriaga” (Ibid., p. 90).
Los dirigentes de la nueva organización, que controlaría a la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) fueron Carlos Cuesta Gallardo y los hermanos Leaño, todos ellos provenientes de familias ligadas a los movimientos de la extrema derecha.
Dávila Peralta destaca un dato interesante acerca de Cuesta Gallardo: “Durante la dominación nazi, Carlos Cuesta Gallardo viajó a España y Alemania, donde se relacionó, incluyendo algunos militares y clérigos. Ahí fortaleció sus convicciones antijudías y anticomunistas…” (Ibid., p. 98).
A mediados de los años 30, los Tecos se había extendido por diferentes regiones del país y con distintos nombres: en Sonora, eran los Micos, y en la ciudad de México, los Conejos.
Todos esos grupos eran asesorados por sacerdotes jesuitas: Manuel Figueroa Luna, Ramón Martínez Silva, Julio Vértiz y Jesús Martínez Aguirre. (Ibid., p. 93).
A principios de los años 50, los jesuitas seleccionaron a un joven de 16 años, Ramón Plata Moreno, destacado por su inteligencia y religiosidad, para promover la acción de los Tecos en la ciudad de Puebla, considerada como uno de los principales bastiones de la derecha y el conservadurismo.
“El primer paso del jesuita Manuel Figueroa fue conectar a Ramón Plata con Carlos Cuesta Gallardo, el cual lo puso al tanto de los objetivos, la estructura y la forma de operar de los Tecos…” (Ibid, p. 104).
En 1952, se iniciaría en Puebla la organización del grupo secreto llamado “Organización Nacional del Yunque”, que existe hasta nuestros días, ha controlado a muchos otros grupos derechistas, ha ejercido una gran influencia en los gobiernos panistas y se ha extendido a otros países, como España, por medio de organizaciones como Yoinfluyo, HazteOir y el partido político Vox, que ha llegado a ocupar el tercer lugar en ese país. (Ibid., p. 194).
Cabe destacar que en la década de los 70, los Tecos y el Yunque entraron en conflicto, por cuestiones relacionadas con la fidelidad al pontífice Paulo VI, y Ramón Plata fue asesinado el 24 de diciembre de 1979; no se sabe si por los Tecos, o por el gobierno.
Como destaca Dávila Peralta, la extrema derecha mexicana se cuenta entre los principales oponentes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y busca llegar al poder nuevamente mediante alianzas pragmáticas con sus antiguos enemigos, como el PRI, el partido oficialista hasta el año 2000, y el PRD, que representaba a la izquierda.