Columna de Opinión – Nicolás Dávila Peralta
“La guerra va a representar, en definitiva, un estrepitoso fracaso de la Razón y la civilización moderna”. De este modo la define un académico español quien, además, considera que para quienes la padecen no solo significa la pérdida de vidas, sino de autonomía, de libertad. Sin embargo, la guerra responde a una situación innata en los seres humanos y en el reino animal: la violencia como solución de problemas cuando ésta sustituye al diálogo, a la razón.
En esta tercera década del siglo XXI, el mundo se ha visto envuelto en guerras en varios países; no obstante, destaca la de Rusia contra Ucrania y la permanente confrontación en Palestina tras la fundación del Estado de Israel en 1948 y que hoy vive uno de sus episodios más sangrientos, con los ataques israelíes contra la población de la Franja de Gaza.
Si bien es cierto que las naciones requieren de armas para que las fuerzas de seguridad conserven el orden interno y defiendan la soberanía nacional, las guerras constituyen una alta demanda de armamento que significa para los fabricantes una oportunidad de hacer crecer las ganancias.
Son varias las empresas armamentistas en el mundo; empero, son Rusia, Estados Unidos e Israel donde florecen las principales fábricas de guerra.
En Rusia operan algunas empresas privadas de armamento, como Almaz- Antey, United Aircraft Corp, Russian Helicopters, pero, bajo la mesa, el Kremlin apoya otro tipo de empresas, las dedicadas a reclutar mercenarios, tal es el caso del grupo Wagner.
Los Estados Unidos son sede de varias empresas, las más importantes del mundo: Lockheed Martin, Raytheon Technologies, Boeing, Northrop Grumman y General Dynamics; estas facturaron en 2021, 192 mil millones de dólares. Lockheed Martin, en las primeras semanas del conflicto en Israel logró un aumento del 10.1 por ciento en sus acciones.
Respecto a la empresa armamentista estadounidense Lockheed Martin, el reportero español José Bautista, en su artículo “La industria bélica, un negocio seguro” (https://www.lamarea. com/2016/02/24/el-floreciente-negocio- de-la-guerra/) informaba que, en 2016, tenía un ingreso anual de 34 mil millones de euros, “cifra superior al PIB de 97 países y cinco veces el presupuesto de Naciones Unidas para misiones de paz”.
Israel no se queda atrás. Sus empresas armamentistas surten de armamento y sistemas de espionaje y seguridad a un gran número de países del mundo. Desde luego, en la intención israelí de eliminar a la población de la Franja de Gaza estas empresas salen ganado.
Tan solo las acciones de la empresa Elbit Systems, la mayor en Israel, aumentaron 2.9 por ciento en una semana, en tanto que otra de las empresas israelíes: Rafael Advanced Defense Systems, vio subir sus acciones en un 5.6 por ciento, según informó el diario La Jornada en su nota “Por la guerra, alza en acciones de empresas armamentistas”, el pasado 16 de octubre.
A estas y otras muchas fábricas armamentistas del mundo les conviene que continúen los conflictos armados, porque es sobre los cadáveres de miles de soldados y civiles inocentes que crecen sus fortunas. Para ellas la guerra no significa el triunfo de la violencia sobre la razón, tampoco significa el derrumbe de la libertad y de la seguridad de millones de personas; para ellas, la guerra significa ganancias, riqueza.
Este es uno de los grandes monstruos creados por el capitalismo salvaje; estas empresas, en el contexto de un mundo golpeado por las guerras, representan el triunfo del dinero sobre la seguridad, de la opulencia sobre la libertad, de la muerte sobre la vida.
Los lujos de la Tremenda Corte
El periodista Álvaro Delgado describió el viernes pasado los lujos de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación:
300 mil pesos mensuales de salario y prestaciones, 586 mil de aguinaldo, 100 mil de prima vacacional y 30 días de vacaciones pagadas, 200 mil para medicamentos, 800 mil para restaurantes de lujo, 12 millones de seguro de vida, dos vehículos blindados con valor de 6 millones de pesos que se renuevan cada dos años, escoltas del servicio de protección federal, viáticos para viajes nacionales e internacionales y pago ilimitado de peajes, 5.5 millones de pesos mensuales para contratar personal, seguros para autos y casa habitación, seis teléfonos celulares de gama alta y 3 iPads para ministros, familiares y personal de apoyo, instalación de video vigilancia, computadoras e internet en sus casas. A esto hay que añadir los beneficios de retiro.
Nuestro Poder Judicial, es una “Tremenda Corte”.