Por: Alejandro García Azcué
La crisis en el campo mexicano es cada día más triste. La falta de apoyos al productor por parte del gobierno de los tres niveles (municipal, estatal y federal), ha provocado el abandono, y en el peor de los casos, la venta de esos terrenos de cultivo. En Izúcar ha mermado el área de siembra.
Son terrenos fértiles de alta productividad los que cada día son menos en nuestra zona. Climatológicamente, Izúcar es una zona envidiable para muchos. Los accidentes naturales como heladas, granizos, inundaciones, sequias o ventarrones, no son tan cotidianos como en muchas partes del país y del mundo.
En Izúcar, como en todas partes del país, han crecido exponencialmente empresas inmobiliarias, que compran parcelas a bajo precio, las fraccionan y las venden a precios elevados. Cuando la empresa inmobiliaria termina de lotificar, se va a otro lugar a hacer lo mismo, o cambia su nombre, para que no le exijan los servicios. En complicidad con los Ayuntamientos, estos dan permisos para que se fraccionen los predios, sin los servicios elementales, como luz, agua y drenaje.
Posteriormente, los nuevos vecinos empiezan a construir sus casas, sin respetar muchas veces los accesos, entradas y salidas, haciendo de esas estancias, callejones sin salida, por el mal trazo de sus calles. Después, esas nuevas colonias sin pavimentar y sin servicios, le exigen a los Ayuntamientos que se los brinde.
Por años viven sin servicios, hasta que llegan las campañas electorales, y los candidatos se comprometen a otorgar dichos servicios a cambio de sus votos, generándose una complicidad política-electoral, en la que muchas de esas personas no les importa votar por un político corrupto, y omiten su derecho a elegir libremente, porque se ven comprometidos a votar por él, con tal de que les provean de los servicios para su colonia.
Izúcar se está quedando sin parcelas de siembra. Los ayuntamientos han cambiado constantemente el polígono urbano y eso ha permitido que, en lugar de sembrar alimentos, se siembren casas, solo con el interés de cobrar más impuestos, aunque sea en detrimento de la ecología.
Por otro lado, las políticas públicas aplicadas para el campo, no han dado resultado. Muchas veces el gobierno da apoyos de semillas, insecticidas y fertilizantes a gente que no tiene tierras. Esto se hace a través de algunas organizaciones que realizan censos amañados para dárselos a sus afiliados, y al no tener tierras, los malbaratan.
Antes, los apoyos que la federación daba a los campesinos, primero era rasurada por el estado, luego por las organizaciones y casi nada les llegaba a los verdaderos campesinos. Por eso ahora tenemos líderes agrarios ricos, y productores pobres.
Caso del elote
Para producir una hectárea de elote, se necesitan alrededor de 18 mil pesos. En promedio, los coyotes (intermediarios) la pagan en 20 mil, (algunas veces la adquieren hasta en 7 mil pesos). Si hacemos cuentas, mas o menos por elote se les paga a los productores cincuenta centavos, que los coyotes venden en el mercado hasta por tres pesos. Ganándose 5 veces más, por el solo hecho de cortarlos y llevarlos al mercado.
El productor tiene que invertir para la preparación del terreno, abono, fumigaciones para las plagas, etc. Una vez en el mercado, los comerciantes de elote, por hervirlos y prepararlos con mayonesa y chile los venden en 15 pesos, obteniendo una ganancia por elote de alrededor de 8 pesos.
Solo tenemos que comparar cuánto gana el productor y cuánto gana el revendedor. Lo mismo sucede con otras semillas como el frijol o el cacahuate. Hasta la fecha no hay autoridad que controle los abusos de esos intermediarios.
Otro de los problemas que se daba en el sector agropecuario, es que los políticos en confabulación con gente adinerada, permitían la importación de productos del campo más baratos, aunque de mala calidad, saturando el mercado y dejando sin venta los productos mexicanos, como el jitomate, limón, cebolla, aguacate, cacahuate, frijol, maíz y soya, por ser los más importantes.
Actualmente México no es autosuficiente en granos y tiene que importar de otros países alrededor del 45 % de estas semillas.
Por eso es importante que se generen políticas públicas para apoyar el campo, cada vez más desbastado y olvidado. Al gobierno sólo le interesan los campesinos cuando son campañas, fuera de eso el agricultor es olvidado, ninguneado, vilipendiado y despreciado.