Por: José Oscar Padilla Lobato
“Sin Democracia la libertad es una quimera, sin libertad la democracia es despotismo”: Octavio Paz
“La clave de la civilidad la tiene el presidente, en la medida que concentra mayor responsabilidad pública, deberá de mostrar mayor tolerancia hacia la crítica, es decir una tolerancia máxima”: Enrique Krauze
La pasada mega elección presidencial del pasado 1º de julio de la cual resultó Andrés Manuel López Obrador presidente electo de México encabezando la coalición “Juntos Haremos Historia”, integrada por MORENA, PT y PES, ha constituido un hito histórico sin precedentes en la historia contemporánea de México desde hace 30 años, no se trata sólo de festinar con las campanas al vuelo ni hacer gala fatua de un triunfalismo pirotécnico, ya que luego del reconocimiento de su victoria por parte de sus contrincantes así como las felicitaciones de los presidentes de USA, Rusia, Francia, Venezuela y otros, AMLO convocó a todos los actores políticos a la reconciliación nacional, asimismo la reunión del presidente electo con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y con el presidente saliente Enrique Peña Nieto en Palacio Nacional arroja signos optimistas y positivos alejados de antiguas rencillas y/o enfrentamientos ancestrales, todo ello con el lema: “La patria es primero” acuñado a Vicente Guerrero. Nos hace vislumbrar para los próximos 5 meses una transición política y sucesión presidencial de terciopelo.
Sin embargo, la avasalladora victoria electoral de Morena y AMLO con la desconcertante derrota del PAN con un segundo lugar y la contrastante derrota del PRI hasta un tercer puesto que convertida Morena en nuevas mayorías legislativas bicamerales en el congreso de la Unión, podría traducirse en el surgimiento de una nueva hegemonía absoluta No compartida que Morena imponga para institucionalizar el proyecto lopezobradorista a mediano y largo plazo se transforme en un partido de Estado que sustituya al demolido y desmantelado PRI, veremos en los próximos 6 años si este escenario coyuntural nos llevaría a un permanente cambio de régimen político o una simple sustitución de élites con un reacomodo de sus fuerzas en las bases sociales parafraseado a Max Weber.
La pasada elección federal dejó constancia también no sólo de una gran participación cívica con el ejercicio del voto diferenciado y en algunos estados con voto dividido sino también pasó la prueba de fuego de la democracia mexicana en su legitimidad y legalidad que alcanzó el número de casi 4 mil incidentes de violencia electoral y poselectoral.
En el caso del Estado de Puebla, en la cual tuvimos una elección cerrada entre los candidatos y sus coaliciones que encabezan Morena y el PAN para la Gubernatura del Estado de Puebla que oscila desde una diferencia de 3 o 4 puntos porcentuales hasta un empate técnico, la puesta en marcha del PREP y aún la falta de resultados definitivos han provocado una serie de protestas airadas, manifestaciones callejeras e inconformidades de ambas coaliciones que van desde la descalificación, los más de 125 incidentes y conflictos poselectorales hasta la virtual judicialización del proceso para que una vez rebasadas las autoridades del IEE el mismo sea atraído por el INE y hasta la propia PGR y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Por lo que resulta de gran congruencia los expresados por el grupo de académicos e intelectuales denominado SUMAMOS que encabezados por doctor Enrique Cárdenas Sánchez, el aquitecto Francisco Velez Piego, maestro Juan Carlos Canales Fernández y el ingeniero Gabriel Hinojoza Rivero han exigido limpieza en el proceso y que se deslinden responsabilidades para quienes han pretendido enturbiar violentamente el proceso electoral generando un verdadero retroceso democrático e involución política que podría reeditar en suelo poblano y en condiciones diferentes los tiempos del cacicazgo avilacamachista.
La lección de la elección en México es que se iniciará una transición presidencial tersa y pacífica y en Puebla los conflictos y las controversias generadas de lo disputado y competido en las urnas por la gubernatura de Puebla sea resuelta por las autoridades electorales federales y locales en forma transparente, satisfactoria y legalmente con resultados definitivos que no dejen lugar a dudas de que candidato y / o candidata cuenta con todo el derecho y la legitimidad para gobernar pacíficamente al estado más allá de las polarizaciones y de posiciones maximalistas del todo o nada.
Y que por el bien de México y de Puebla prevalezca el equilibrio entre democracia y libertad, la paz así como la vigencia plena de las garantías constitucionales en beneficio del ciudadano: actor protagónico de todo proceso democrático de hoy, de mañana y de cara al futuro.