Merly Santos López / Chietla, Pue.
** Fue parróco por más de 14 años en este municipio **
Feligreses de Chietla y sus alrededores se reunieron en la Parroquia de San Francisco de Asís para rendir un homenaje al sacerdote, José Pablo Bravo Cañongo, conocido como “Pepe”, quien lamentablemente murió en la Ciudad de Puebla.
El párroco estudió la escuela apostólica de Izúcar de Matamoros e ingresó al Seminario Palafoxiano, donde fue nombrado como sacerdote el 24 de mayo de 1959; en su servicio como pastor de almas colaboró en las comunidades de Chietla, Tepeojuma, Tlapanalá, Izúcar de Matamoros y Tlatlauquiltepec.
En el municipio de Chietla estuvo como párroco por más de 14 años oficiando misas; a pesar de que el sacerdote ya se había jubilado, no dejó de prestar servicio ya que los feligreses le pedían que siguiera celebrando la eucaristía.
En este homenaje estuvieron presentes, su hermana Margarita Bravo Cañongo, su sobrino Juan Sánchez Bravo, entre otros familiares cercanos, además de fieles católicos que se unieron para darle el último adiós con ramos de flores, coronas, oraciones y alabanzas católicas.
Juan Sánchez Bravo, uno de los sobrinos del sacerdote, mencionó que es un homenaje bien merecido, “él se lo ganó con todas las obras que hizo aquí en la tierra”; “yo recuerdo que fue un sacerdote por vocación ya que en todo el tiempo que estuvo sirvió a Dios y a las personas”, expresó.
“Fue un sacerdote para servir al pueblo, no para servirse del pueblo. Él en toda su vida fue una persona muy humilde, y se daba el tiempo para ir a visitar y a dejar despensas a un asilo que se encuentra en Chietla”, mencionó Sánchez Bravo.
En entrevista con una religiosa expresó que recuerda al padre como una persona que en todo momento los escuchaba y daba consejos para guiarlos, “él siempre se preocupó por los demás, representa una gran pérdida para mí. Para nosotros el sacerdote, fue un padre espiritual, un amigo que nos brindó mucho cariño a todos los feligreses, fue una gran persona ya que nos enseñó su sabiduría”, dijo.
Contó: “Yo soy una persona que siempre he estado enferma de toda la vida y me puso el sobrenombre de ‘siempre viva’ cada vez que llegaba a la iglesia él me decía ya viene la ‘siempre viva’, él me bautizó así para que viera de esa manera la vida”.
El sepelio fue el día martes en la parroquia de San Francisco de Asís, ya que debido al tiempo que estuvo como párroco en la iglesia, el Obispo Balbuena dijo que tenía el derecho de ser enterrado con los demás sacerdotes.