Yorvelit López Ortiz / Izúcar de Matamoros, Pue.
Un 20 de julio de 1892, nace en Chiautla de Tapia Gilberto Bosques Saldívar quien antes de ser diplomático fue un destacado político y legislador, que luchó en la Revolución, que fue miembro de la generación 1915 que tuvo por mérito la reconstrucción del país después de la ola revolucionaria de 1910-1917.
En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, el general Cárdenas envió al embajador Gilberto Bosques como cónsul de Francia, su misión real era convertirse en enviado personal del presidente de México en Europa. Cuando la “Ciudad Luz” estaba a punto de ser tomada por las tropas alemanas, Bosques salió para restablecer el consulado primero, al norte de Francia, pero los alemanes ocuparon la región y entonces se trasladó con su familia y el consulado entero a Marsella, frente a las costas del mar Mediterráneo, dentro de la zona controlada por el Gobierno francés de Vichy, La primera preocupación de Bosques fue defender a los mexicanos residentes en la Francia no ocupada, pero pronto extendió su labor protectora a otros grupos, sin importar nacionalidad, religión, clase social, ocupación o ideología. En 1937 el presidente Cárdenas abrió las puertas de México a los refugiados españoles que huían de la persecución nazi y franquista.
Bosques alquiló dos castillos en los alrededores de Marsella (Reynard y Montgrand) donde dio refugio y protección a mil 350 hombres y mujeres. Muchos de ellos salvaron su vida por la intervención directa de Gilberto Bosques, quien encaró a la Gestapo plantando la bandera mexicana en los castillos y declararlos territorio mexicano, mientras se arreglaba su salida hacia México. Poco a poco fueron saliendo los exiliados clandestinamente por Marruecos o en barcos alquilados por el gobierno mexicano, a todos ellos el gobierno de Cárdenas les ofreció la nacionalidad mexicana.
Cuando México rompió relaciones diplomáticas con la Francia ocupada, Gilberto Bosques presentó la nota de ruptura ante el gobierno de Vichy. Entonces el consulado fue tomado por tropas de la Gestapo, que confiscaron ilegalmente el dinero del consulado. Gilberto Bosques, su familia y el personal del consulado, fueron trasladados hasta Amélie-les-Bains. Después, se les llevó a Alemania, al pueblo de Bad Godesberg y se les arrestó durante más de un año en un “hotel prisión”. Allí siguió destacando la dignidad y entereza de Bosques, quien en sus memorias recordaba lo que le dijo a un funcionario alemán: “Le manifesté que todo el personal mexicano se sometería al reglamento que acababa de leernos, porque México estaba en guerra con Alemania y por ello éramos prisioneros de guerra. Que podía estar seguro de que no pediríamos ninguna excepción, ninguna gracia sobre esas disposiciones, pero que tampoco aceptaríamos ningún trato vejatorio, como acostumbraban ellos con los prisioneros”.
Bosques regresó a México en abril de 1944. Miles de refugiados españoles y judíos lo esperaron en la estación de trenes de la Ciudad de México para recibirlo como un héroe y lo cargaron en hombros.
Gilberto Bosques encarnó la tradición solidaria del pueblo mexicano con otros pueblos hermanos de otras latitudes; llevó a cabo un trabajo intenso, desinteresado, lleno de riesgos y amenazas en su contra. Por los alcances de su tarea y las dimensiones de su ejemplo, hoy tiene un lugar conocido, entre los héroes de la humanidad. Así pues, Gilberto Bosques se volvió un mexicano universal.
Dos testimonios sobresalientes de la vida y la obra de Bosques están plasmados en un documental: Visa al paraíso de la realizadora Lilian Liberman, y en el libro La guerra perdida. Su memoria prevalece en el extranjero ya que una institución educativa lleva su nombre; así mismo se han realizados diversas exposiciones tanto en México como en el extranjero de su obra humanitaria.
Cabe mencionar que en el municipio de Chiautla de Tapia, lugar de donde Bosques es originario se le celebra cada año con una ceremonia, y este año se celebraron 127 años de su natalicio, recordándonos que defender la patria e ideales es primero.