Ciro De Gante Fortoso / Acatlán de Osorio, Pue.
En esta población existe el único trapiche de la región de más de diez que existieron en la época de mayor auge de producción de panela que se utiliza como endulzante, de ahí que a esta población se le conociera como “Acatlán de las Panelas”. Se tiene el dato de que a nivel estado, fueron más de 40 los que estaban en funcionamiento y que hoy en día ya no existen.
Por la época de 1930, esta población era productora de caña de azúcar que se industrializaba de manera rústica para extraer un endulzante que se utilizaba en la cocina y para darle sabor a las bebidas, siendo más de 10 trapiches los que habían y que empleaban a decenas de personas de la región. El trapiche era un molino que funcionaba con la fuerza de animales de yunta y así se extraía el jugo de la caña de azúcar, con el que más tarde se fabricaba el dulce de panela.
Al paso del tiempo, los trapiches desaparecieron y en la actualidad solamente queda uno y es administrado desde hace 40 años por su propietario, Arturo Cajica Gómez.
A diferencia de los demás que eran movidos de manera rustica y con la fuerza de animales, el de Cajica Gómez, que se ubica en el barrio de San Cristóbal, data de hace más de un siglo y es un molino que es movido por un motor estacionario de 105 caballos de fuerza y con una transmisión, el cual extrae el guadajo o jugo de caña de azúcar.
En la época del auge de los trapiches, cuando Acatlán era conocido como Acatlán de las Panelas, entre los más de 10 trapiches, se producían cientos de empleos en la zona y de acuerdo con Cajica Gómez, uno de los factores que influyeron para que se dejara de producir la caña de azúcar, fueron las constantes sequías y por consiguiente, la falta de agua, así como la llegada de otros tipos de endulzantes, como el azúcar.
Así fue como los trapiches que dieron larga vida productiva y comercial a la zona de Acatlán, fueron desapareciendo, quedando atrás la fabricación del dulce de panela que era una de las principales actividades en la Mixteca poblana.
En sus memorias, el historiador de Acatlán, Daniel Corro Ojeda, apuntó: “Una de las principales actividades de los campesinos de Acatlán, fue la producción de panela, la cual se realizaba con los trapiches de caña de azúcar y cañaverales, donde 19 haciendas tenían una en posesión”.
A inicios del siglo 18, el indígena Juan Martínez, sembró las primeras cañas de azúcar entre el callejón de Cinco Señores y el río Tizaac. Posteriormente surgió el primer trapiche de madera instalado en Acatlán, que fue propiedad de Francisco Tapia, en tanto que Ignacio Peralta, fue el poseedor del primer trapiche con un molino de fierro mecanizado.
Posteriormente surgió el primer trapiche movido por vapor en la finca de Santa Ana, hacienda de Ángel Gavito.
En la actualidad y en Acatlán de Osorio, existe el trapiche Guadalupe, situado en el barrio de San Cristóbal, donde la panela aún se fabrica. Su propietario, Arturo Cajica Gómez, dijo que este endulzante también conocido en otros estados de la República mexicana como piloncillo, además del económico, es también una tradición gastronómica de la región, porque el extracto de la caña es la materia prima que se utiliza para la elaboración de pan, galletas, bebidas e incluso aguardiente.
Finalmente, dijo que la actividad en el trapiche que dura alrededor de tres meses, inicia con el corte, posteriormente el acarreo de caña que se trasporta para el molino y por último, la actividad que realizan los trapicheros. “Así es nuestro trapiche en Acatlán, a través del cual producimos la panela que sirve como endulzante y que comercializamos en la región”, sostuvo.