Abraham Onofre / Papúa Nueva Guinea.
Una devastadora tragedia azotó el pueblo de Yambali en Papúa Nueva Guinea, donde un deslizamiento de tierra ha dejado un saldo estimado de más de 670 muertos. El siniestro ocurrió el viernes por la madrugada, y desde entonces, las labores de rescate se enfrentan a condiciones extremadamente difíciles.
La ONU, a través de su agencia para las migraciones, estima que al menos 150 personas permanecen enterradas bajo toneladas de tierra y escombros. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó el domingo que el número de fallecidos podría duplicar las cifras iniciales dadas por los medios locales, que habían calculado unas 300 víctimas.
El pueblo de Yambali, hogar de aproximadamente 4,000 personas y un importante centro para mineros de oro, ha sido prácticamente borrado del mapa. El deslizamiento, que alcanzó hasta ocho metros de profundidad en algunas áreas, destruyó decenas de casas, una escuela primaria, pequeños comercios, una casa de huéspedes y una gasolinera.
“La situación es terrible, la tierra sigue deslizándose. El agua corre y esto supone un gran riesgo para todos,” declaró Serhan Aktoprak, alto cargo de la OIM en Port Moresby. Aktoprak describió cómo los residentes locales, sin equipos pesados disponibles, utilizan palos, palas y horquillas agrícolas para intentar rescatar a los sepultados.
Hasta el momento, solo se han recuperado cinco cadáveres de entre los escombros, y la desesperación crece entre los habitantes que han perdido sus hogares. Más de 250 casas cercanas fueron abandonadas, y unas 1,250 personas han sido desplazadas, buscando refugio temporal con familiares y amigos.
Las operaciones de rescate están siendo obstaculizadas por las difíciles condiciones del terreno y la persistente amenaza de más deslizamientos. Además, la violencia tribal en la única ruta que conduce al área afectada ha complicado aún más los esfuerzos de socorro. Aktoprak aclaró que estos enfrentamientos no están relacionados con el desastre, y las fuerzas armadas del país están proporcionando escoltas de seguridad para los convoyes de ayuda.
Las imágenes compartidas en redes sociales y medios locales muestran la devastación: montones de tierra, árboles arrancados y rocas desplazadas, con personas buscando desesperadamente a sus seres queridos. De fondo, se escuchan los lamentos de quienes han perdido todo.
La carretera de Porgera permanece bloqueada, haciendo que la única forma de llegar a algunas de las áreas más afectadas sea por helicóptero. Este aislamiento geográfico y el terreno accidentado han ralentizado considerablemente los esfuerzos de rescate.
El gobierno de Papúa Nueva Guinea, junto con las Fuerzas de Defensa y el Departamento de Obras y Carreteras, está coordinando las tareas de socorro. Sin embargo, la llegada de maquinaria pesada, crucial para el rescate, aún no se ha producido. La OIM ha señalado que la comunidad podría no permitir el uso de excavadoras hasta que sientan que han cumplido con sus rituales de duelo.
Se están estableciendo dos centros de atención/evacuación para brindar refugio a los desplazados. Un convoy humanitario ha comenzado a distribuir agua embotellada, alimentos, ropa, kits de higiene, utensilios de cocina, lonas y equipos de protección personal.