Redacción/Puebla, Pue.
Ana Lillian Martín del Pozzo, especialista del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, destacó que el Popocatépetl “está despierto desde diciembre de 1994, no se ha ido a dormir, pero el temblor del 19 de septiembre del año pasado, cuyo epicentro fue en un área relativamente cercana, lo afectó”.
En la UNAM Ramón Espinasa Pereña, subdirector de Riesgos Volcánicos de la Dirección de Investigación del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) advirtió que el volcán Popocatépetl registra aumento en exhalaciones y sismos vulcano-tectónicos de un orden de magnitud mayor a lo visto en los últimos 24 años, debido a la elevación de una cantidad importante de magma y “dentro de meses, un año o pasado mañana”, podría presentar una actividad aún más importante de la que ha tenido,
“Su dinamismo se ha registrado desde hace un mes, y mostró un punto alto el pasado jueves 20 de septiembre, y se vio otra columna de emisión importante”, detalló la universitaria.
La vulcanóloga recordó que el domingo pasado un grupo de geólogos salió a recolectar muestras de ceniza para analizarlas y determinar qué está pasando.
Estas explosiones indican que los volcanes van cambiando, se va acomodando el magma, y ahora sabemos que por estas pequeñas explosiones ha subido el magma, y que su magnitud es relativa, agregó.
Al hablar de los “Efectos de los sismos de septiembre en el Popocatépetl”, Espinasa Pereña expuso que la situación actual del coloso iba a ocurrir, aún sin temblores. “Si el sistema ya se estaba desequilibrando, y además llega un movimiento telúrico, probablemente se acelerará el proceso”.
El experto explicó que en 2015, el volcán tuvo un promedio de 16.5 sismos vulcano-tectónicos mensuales; en 2016 ese número aumentó a 35; en 2017, antes de septiembre, el promedio era de 39, “pero ya estaba en incremento”. A partir de ese mes y hasta diciembre del año pasado, subió a 110, y en enero de 2018 “se rompió el récord con 221, y aunque desde febrero ha disminuido, seguimos por encima de los niveles base, con 87”.
Al día siguiente del sismo del 19 de septiembre, el Popocatépetl tuvo el máximo de exhalaciones que se han tenido en un solo día, con 286, aunque ese número comenzó a incrementarse mucho antes.
La buena noticia es que es factible predecir una erupción mayor a partir de datos de monitoreo con una red que funciona bien gracias a un proyecto con el Instituto de Geofísica, de reinstalación de estaciones y colocación de sismógrafos de pozo, en lugar de sismógrafos de superficie.
Actualmente operan seis estaciones en el cono del volcán y en las próximas semanas se colocarán otras cuatro, más abajo.
Finalmente, Martín del Pozzo recomendó “respetar el Semáforo de Alerta Volcánica del Popocatépetl en amarillo fase 2, y estar atentos”. La población debe saber que puede aumentar la actividad y que debemos actuar de acuerdo con las medidas dictadas por organismos especializados como el Centro Nacional de Prevención de Desastres.
El mapa de riesgo actualizado elaborado por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señala que cinco estados del país son los más vulnerables ante una erupción: Estado de México, Puebla, Morelos, Ciudad de México y Tlaxcala. Dieciocho municipios tienen territorio sobre las laderas y las planicies aledañas, todos ellos vulnerables, en mayor o menor grado, a los peligros que emanan de la actividad actual y futura del volcán.