El reciente asesinato de dos jesuitas en Chihuahua y la golpiza a un sacerdote en Michoacán han abierto una brecha entre la Iglesia católica y el presidente Andrés Manuel López Obrador, pues los representantes de la religión ponen en tela de juicio la estrategia de seguridad.
Líderes religiosos han solicitado un cambio en la estrategia de las autoridades para enfrentar la ola de violencia, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), “La indignación de nuestro pueblo nos está abriendo una puerta para la paz”, afirmó la organización de los obispos.
Desde hace dos semanas, cuando un líder local del narco asesinó a dos jesuitas en la sierra Tarahumara, las autoridades eclesiásticas no han cesado de pedir un cambio en una política de seguridad que consideran fallida.
Feligreses y religiosos han marchado este por el Paseo de la Reforma en Ciudad de México para reclamar un alto a la violencia. Se ha llamado a una “Jornada de oración para la paz” y se ha propuesto celebrar misas el próximo 10 de julio para honrar a los religiosos asesinados y celebrar oraciones a lo largo de este mes.
El presidente López Obrador no ha reaccionado bien a las críticas, tras los discursos de los jesuitas durante el entierro de los dos sacerdotes asesinados, el mandatario acusó a algunos religiosos de estar “apergollados” por la oligarquía mexicana.
Después de declarar que se identifica con el papa Francisco y que tiene a Jesucristo como, López Obrador dijo el lunes que había una “mano negra” detrás de la reciente oleada de críticas.