Román Valle / Tlaquiltenango, Mor.
Hace más de siete décadas, en el año 1954, un sueño comenzó a tomar forma en las tierras soleadas de un lugar llamado Tlaquiltenango, ubicado en el estado de Morelos, en donde el Doctor Ignacio Rodríguez Saucedo y su esposa Doña Carmelita, con una visión clara y apasionada, decidieron que esas tierras rodeadas por la naturaleza de la región, se transformaría en un lugar de esparcimiento, diversión, unión familiar y, sobre todo, de recuerdos inolvidables para la comunidad, y fue así como nació “El Rollo”, un parque acuático que no solo es un ícono reconocido en Morelos, sino en todo México.
Doña Carmelita y Don Ignacio, fundadores de este proyecto, trabajaron en conjunto desde el primer día con el mismo empeño y visión. Mientras ella se dedicaba a idear cada detalle de lo que sería el parque y sus áreas recreativas, asegurándose de que cada rincón fuera especial y acogedor, el médico se encargaba de la parte administrativa y las grandes decisiones; de esa manera, juntos crearon un equipo imparable.
Este centro vacacional reúne a diversas generaciones, además de ser un refugio donde la gente se aleja del estrés cotidiano, sobre todo de las grandes ciudades, para disfrutar de la magia y los efectos de relajación que provoca el agua.
“El Rollo” creció con el tiempo, y lo que comenzó como un espacio pequeño y familiar, pronto se convirtió en uno de los parques acuáticos más grandes de América Latina; se decidió la incorporación de toboganes colosales, albercas de olas y áreas para niños y adultos, creando una experiencia única para poder atraer a turistas tanto locales como internacionales.
Cabe mencionar que cada día, Doña Carmelita caminaba entre las instalaciones, supervisando que todo estuviera en orden, asegurándose de que el ambiente familiar que ella y su esposo soñaron, permaneciera intacto.
El pasado domingo 1° de diciembre, lamentablemente, Doña Carmelita falleció, dejando un vacío profundo en el corazón de quienes conocieron su esfuerzo, su amabilidad y su dedicación.
El parque acuático, que siempre fue el reflejo de su amor por las familias y la diversión, ahora es un monumento vivo a su legado; aunque su partida ha dejado un dolor inmenso entre los habitantes, visitantes y quienes la conocieron, también dejó una huella imborrable en cada rincón del centro recreativo.
Hasta el día de hoy, “El Rollo” sigue siendo un lugar de magia y alegría, no solo por las atracciones que ofrece, sino por la historia de dos personas que construyeron un sueño con amor, esfuerzo y dedicación.
Hoy más que nunca, este parque de diversiones es el símbolo de un legado eterno de una gran pareja, que creyó que el agua y la diversión, podían cambiar vidas.