Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
El dirigente nacional del PRI Alejandro Moreno, el famoso “Alito”, propuso que los mexicanos se armen para enfrentar el ambiente de inseguridad que se vive en el país. El principal argumento del cuestionado dirigente es que la estrategia del gobierno ha fallado y el país se encuentra a merced de la delincuencia.
La propuesta refleja la improvisación que ha caracterizado a la oposición desde 2018, frente al gobierno de López Obrador. No hay propuestas, no hay proyectos para el desarrollo del país; priístas y panistas, lo mismo que los líderes de la extrema derecha que los ha unido en la alianza Va X México, únicamente están atentos a los errores –grandes o pequeños- del gobierno actual, para lanzar sus críticas, la mayoría de ellas sin fundamento o, en el peor de los casos, hacer uso de una estrategia que esa derecha recalcitrante ha utilizado a lo largo de los años: la calumnia, la noticia falsa y el ataque personal a la familia del gobernante; pero ninguna propuesta; nada.
En el caso de la iniciativa de “Alito”, el político muestra por qué los ex presidentes de su partido le han pedido su renuncia: su total desconocimiento de la realidad nacional y de los efectos que una iniciativa como la que presenta pueden tener para el país.
Es cierto, la inseguridad sigue siendo una cuenta pendiente de saldar por los tres niveles de gobierno; sin embargo, armar a la población es como arrojar gasolina al fuego: un arma es instrumento para la violencia, para eso se fabrica, para eso se usa.
La situación en los Estados Unidos, donde el uso de armas no tiene los controles que maneja nuestro país, la violencia se ha incrementado; el mejor ejemplo son las masacres en escuelas, centros comerciales y centros de trabajo que han costado la vida de niños, adolescentes, adultos, muchos de ellos migrantes latinos.
En 2021 se registraron en el país vecino del norte 696 tiroteos masivos, y en este año, hasta el mes de mayo se contabilizaron 213.
Según las estadísticas, en 2018 había 120.5 armas por cada 100 habitantes en los hogares estadounidenses. Datos de 2020 señalan que 45 mil 222 personas murieron por lesiones de arma de fuego; de ellas, 24 mil 292 fueron suicidios.
En un comparativo internacional destaca Estados Unidos con el mayor porcentaje de armas en los hogares: el 79 por ciento, frente al 37 por ciento de Canadá y el cuatro por ciento de Reino Unido.
En Estados Unidos, el país donde cualquier ciudadano, a partir de los 18 años, puede comprar y poseer armas del calibre que sea, se ha fortalecido la cultura de la violencia. Según una encuesta de la empresa Gallup, la actitud de tener armas en casa ha llevado a los estadounidenses a elevar el número de quienes piden menos control o mantener el mismo control de armas, y a la baja quienes piden mayor control en la venta y posesión de armas.
Este panorama es el que “Alito” propone para México, no con base en la realidad nacional, sino con base en la estrategia de escándalo que ha mantenido una oposición de la que muchos mexicanos esperábamos un verdadero contrapeso propositivo, en la conducción del país y no una oposición de improvisaciones y críticas agrias.
Y en Chiautla, ¿quién lo conoce?
Este día, 4 de julio, se cumplen 27 años de la muerte del profesor y diplomático Gilberto Bosques Saldívar, nacido en Chiautla de Tapia el 20 de julio de 1892. Él es un personaje reconocido a nivel mundial por su trabajo diplomático en Francia, durante la Segunda Guerra Mundial; pero también por su compromiso revolucionario y su dedicación a la enseñanza.
Se tituló como profesor en la Escuela Normal del Estado y desempeñó su tarea como profesor en la escuela “José María Lafragua”, en la ciudad de Puebla, a la que renunció para unirse a las tropas que defendieron el puerto de Veracruz de los ataques de la marina de Estados Unidos.
Fue nombrado Cónsul general de México en Francia. Durante la persecución nazi, Gilberto Bosques salvó de la muerte y de los campos de concentración a más de 40 mil personas (españoles republicanos, franceses, alemanes, austriacos y judíos), a quienes refugió en el consulado y dos castillos rentados para el caso, dio pasaportes y salvoconductos mexicanos, y logró embarcarlos para nuestro país.
Esta labor humanitaria le valió ser apresado por los alemanes y pasar un tiempo de cautiverio en Bonn, Alemania. Una vez libre, regresó a México, donde fue recibido como un héroe en la estación Buenavista en la ciudad de México.
Fue embajador de México en Cuba, donde fue testigo del triunfo de la Revolución en 1959.
Es reconocido en Europa, donde existen monumentos, plazas y calles en su honor.
Pero la pregunta obligada es: ¿QUIÉN RECUERDA Y LO HONRA EN CHIAUTLA, SU TIERRA NATAL?