**En 2020, el puente fue objeto de una nueva reconstrucción como parte del Programa
Nacional de Reconstrucción por parte de la administración de Benjamín Hernandéz Lima**
Juan Rubio / Izúcar de Matamoros, Pue.
En el corazón de Izúcar de Matamoros, se erige un emblemático testigo del tiempo, el “Puente de Piedra”, conocido popularmente como el “Puente Viejo”. Este puente, que cruza el río Nexapa —también conocido como “el río de la ceniza”—, es mucho más que una simple estructura de ingeniería; es un símbolo de la historia y la identidad de una comunidad que ha visto transitar sobre él generaciones enteras, marcadas por el devenir de la historia.
La antigua ciudad de Itzocan, precursora de lo que hoy es Izúcar de Matamoros, ha estado íntimamente ligada al río Nexapa desde sus orígenes. A lo largo de los siglos, el afluente ha sido testigo del desarrollo y los cambios en la región, pero el “Puente de Piedra” se ha mantenido como un inmutable nexo entre los barrios orientales y occidentales de la ciudad. Aunque en tiempos prehispánicos probablemente existieron pasos rudimentarios sobre el río, la construcción actual del puente se remonta a la época colonial (entre 1521 y 1810), cuando se establecieron las bases de la infraestructura moderna de Izúcar.
Un hito colonial y su transformación en la era moderna
El Puente de Piedra, cuya construcción data de la época colonial, ha jugado un papel crucial en la comunicación interna y externa de Izúcar. Durante el siglo XIX, se convirtió en un punto neurálgico para el transporte y el comercio, facilitando el tránsito de personas y mercancías entre distintas partes de la ciudad y más allá. Su importancia fue tal que, hasta mediados del siglo XX, fue fundamental para la conectividad de la región.
La primera gran restauración del puente tuvo lugar en 1902, un evento significativo en la historia de la infraestructura local. El entonces gobernador Mucio P. Martínez,visitó Izúcar el 16 de septiembre de ese año para inaugurar una serie de mejoras en la ciudad, entre las cuales se encontraba la remodelación del puente. En honor a su contribución, el puente fue renombrado como Puente Miguel Cástulo de Alatriste, en reconocimiento a la figura histórica del general Miguel Cástulo de Alatriste, quien jugó un papel importante en la historia de México.
Miguel Cástulo de Alatriste: un nombre que resuena en la historia
Miguel Cástulo de Alatriste nació el 26 de marzo de 1820 en Puebla. Desde temprana edad, mostró un notable interés por los estudios y la justicia, siguiendo una carrera que lo llevó desde el oficio de sastre hasta convertirse en abogado y catedrático. Sin embargo, su vida se vio profundamente marcada por su implicación en los eventos políticos y militares de México durante una época de gran turbulencia.
En 1846, Alatriste participó en la lucha contra los invasores norteamericanos y, posteriormente, se convirtió en un destacado miembro del Partido Liberal. Su carrera política lo llevó a ocupar cargos importantes, incluyendo el de gobernador de Puebla durante un período crítico. No obstante, su vida se truncó el 10 de abril de 1862, cuando fue capturado y ejecutado tras una fallida resistencia contra las tropas conservadoras en Izúcar de Matamoros.
La valentía y el sacrificio de Alatriste no solo se convirtieron en un símbolo de la resistencia liberal, sino que también dejaron una huella indeleble en la memoria colectiva de Izúcar. Su nombre fue incorporado no solo al puente que hoy lleva su nombre, sino también a una calle y un mercado en la ciudad, asegurando que su legado perdure en el tiempo.
El “Puente de Piedra” en la era contemporánea
Avanzando al siglo XXI, el Puente de Piedra sigue siendo una pieza central en la vida cotidiana de Izúcar de Matamoros. A pesar de las modernas construcciones y desarrollos urbanos, el puente mantiene su relevancia tanto funcional como histórica. En 2020, el puente fue objeto de una nueva reconstrucción como parte del Programa Nacional de Reconstrucción, con una inversión de 1 millón 241 mil 142 pesos.
Esta inversión subraya la importancia continua del puente en la infraestructura urbana y su valor como monumento histórico. El puente, a pesar de los desafíos del tiempo y las crecidas del río, sigue desempeñando una función crucial en la conexión entre los distintos barrios de la ciudad. Su nombre oficial, el “Puente Miguel Cástulo de Alatriste”, y su apodo popular, el “Puente Viejo” o “Puente de Piedra”, reflejan la fusión de la historia con la vida cotidiana de los izucarenses.
Un monumento a la memoria y el heroísmo
El Puente Viejo no solo es un lugar de tránsito, sino también un espacio cargado de historia y leyenda. En las noches, es conocido por los relatos de apariciones y sonidos misteriosos, como el lamento de la “Llorona”, una leyenda que añade una capa de misticismo a su ya rica historia. Este aspecto etéreo del puente refleja cómo los lugares históricos se entrelazan con el folklore y las tradiciones locales.
La historia del puente también está marcada por el heroísmo del joven Jesús Guarneros, quien, a los 16 años, salvó la vida de dos niños en un acto de valentía frente a las aguas del río Nexapa. Su sacrificio y valor no solo lo convirtieron en un héroe local, sino que también llevaron a que su nombre fuera inmortalizado en una calle de Izúcar y en la memoria colectiva de la ciudad. Aunque la falta de imágenes y el destino incierto de los donativos para un monumento en su honor han generado algunas lagunas históricas, su legado sigue vivo en las historias y recuerdos de la comunidad.
Un legado inmortal
El Puente de Piedra, a lo largo de su historia, ha sido mucho más que una estructura de piedra; ha sido un testigo silencioso de la evolución de Izúcar de Matamoros, desde sus días coloniales hasta el presente. Su continuo uso y la reciente restauración reflejan un compromiso con la preservación de la historia y la memoria local. Cada piedra del puente cuenta una historia de tiempos pasados, desde el sacrificio heroico de Miguel Cástulo de Alatriste; hasta la valentía de Jesús Guarneros.
A medida que los izucarenses continúan atravesando el puente, no solo están cruzando un río, sino también conectando con el pasado de su ciudad, recordando el sacrificio y la resistencia que han dado forma a su identidad. El “Puente Viejo” sigue siendo un vínculo vital entre el pasado y el presente, un símbolo duradero del espíritu y la historia de Izúcar de Matamoros.