Redacción / Ciudad de México
Se cumplieron ya dos meses de haberse registrado un sismo de 7.1 grados en la escala de Richter que sacudió varios estados del centro y sur de México, que dejó más de 300 muertos y diversos daños en casas, escuelas, hospitales y edificios. Y los pobladores aún se preguntan: ¿Qué ocasionó el movimiento telúrico?, ¿por qué provocó tantos daños?, prevalece el temor y se cuestionan qué están haciendo los expertos para pronosticar los temblores.
De acuerdo con Fernando Ortega Gutiérrez, geólogo e investigador emérito del Instituto de Geología de la UNAM, el movimiento telúrico fue provocado por el doblamiento que sufrió la Placa de Cocos.
En una entrevista con el geólogo Ortega Gutiérrez, la revista Proceso, dio a conocer que: “Los sismos son un fenómeno mecánico, provocado por los desplazamientos de enormes bloques de piedra (…) El del martes 19 lo provocó un doblamiento súbito y casi vertical de la Placa de Cocos, que pasa por debajo de la Placa de Norteamérica”.
Explicó: “La Placa de Cocos está formada de basalto y pasa debajo de las costas del Pacífico sur de México, desde Chiapas hasta Jalisco. En la zona costera entra con un ángulo de entre 20 y 25 grados, luego se hace horizontal, corriendo paralelamente a la Placa de Norteamérica… Pero ese martes, a la altura de Morelos, esa placa horizontal se dobló en un ángulo aproximado de 72 grados, por lo que cayó con un fuerte componente de vertical. Y fue probablemente este desprendimiento lo que provocó la onda sísmica”.
Detalló que la súbita caída de la Placa de Cocos a la altura de Morelos se debió a que “la constitución de la Placa de Norteamérica es menos densa que la Placa de Cocos. La capa superior de ésta, al entrar por abajo de las costas guerrerenses, debe tener una densidad de unos 2 mil 800 kilogramos por cada metro cúbico. Y así se va, inclinada, hasta la altura de Chilpancingo”.
“Pero luego la placa se vuelve horizontal y se va enfriando por estar moviéndose en ese plano, y eso provoca que aumente su densidad por cambios de sus minerales en un punto dado, llegando a unos 3 mil 500 kilogramos por cada metro cúbico. Pasa a ser una roca más densa. Esto tal vez hizo que, por la misma fuerza de gravedad, se doblara y rompiera verticalmente cayendo hacia abajo a la altura de la zona morelense de Axochiapan, epicentro del sismo”.
Ortega Gutiérrez detalló que “este doblamiento de la Placa de Cocos se habría dado a unos 57 kilómetros de profundidad, lo que se conoce como el hipocentro o lugar donde se dio la perturbación tectónica, lo cual provoca emanación de ondas y una energía que migra radialmente y llega a la superficie en el punto que llamamos epicentro”.
Subrayó que el sismo que se registró días antes, el 7 de septiembre, también fue provocado por la Placa de Cocos, ese día la placa se fracturó verticalmente con un ángulo de 84 grados.
“La tierra es un organismo vivo, muy dinámico. Se está moviendo constantemente. Y es además un sistema muy complejo constituido de materia en estado líquido, sólido y gaseoso. Por lo tanto, tiene ascensos y descensos de enormes placas rocosas que provocan movimientos sísmicos, como los del 7 y el 19 de septiembre”; finalizó el ingeniero.
¿Por qué ocasionó tantos dañosel sismo del 19-S?
De acuerdo con el director del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), Carlos Valdés González, el sismo tuvo un movimiento oscilatorio, más peligroso que los movimientos trepidatorios, que sumado a la intensidad provocó la caída de edificios.
“La parte inicial en este sismo fue de elementos de trepidación, que pensaríamos que es un elemento crítico. Sin embargo, el movimiento lateral (oscilatorio) es el que puede provocar este tipo de colapsos. Los movimientos laterales son más importantes para las estructuras. Las estructuras pueden resistir más la carga que a las fuerzas verticales. Un edificio lo podemos rellenar con mucho pesos y aguantará, pero si lo empujamos cinco centímetros comenzaremos a fracturar”, explicó el director.
Aunado a ello, debido al tipo de suelo, las estructuras y la antigüedad de los edificios, fue un factor para que estos colapsaran o se dañaran. Un caso fue la Ciudad de México, que de acuerdo con expertos es vulnerable a los sismos porque el suelo es muy suave y húmedo. El suelo amplifica las sacudidas como si fuera una gelatina y tiende a licuarse, lo que significa que la tierra puede transformarse en un líquido denso si se agita lo suficiente.
Investigan brecha sísmica de Guerrero
Tras el movimiento telúrico del 19 de septiembre, circuló el rumor de que otro sismo de mayor intensidad sacudiría a México; sin embargo, de acuerdo con los expertos este tipo de fenómeno natural no se puede predecir pero sí estudiar, es por ello que científicos del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Universidad de Kioto, Japón, instalan una red sismogeodésica en el fondo oceánico de las costas de Guerrero, en la llamada brecha sísmica.
La grieta que se extiende desde Acapulco hasta Zihuatanejo, es de interés para los científicos, ya que desde hace más de cien años no se ha registrado un sismo mayor a 7 grados en la mencionada brecha sísmica, por lo que existe una gran acumulación de energía que no ha sido liberada, lo que podría originar un terremoto de gran magnitud.
Por esta razón, a través del proyecto Evaluación del peligro asociado a grandes terremotos y tsunamis en las costas del Pacífico Mexicano para la mitigación de desastres, coordinado por dos universidades de México y Japón, se colocará una red de monitoreo.
El proyecto tiene como objetivo ser la antesala que permita a México hacer ciencia y desarrollar sistemas de alerta altamente sofisticados. Además, se prevé la elaboración de mapas de riesgo, cuyos resultados proporcionarán información útil para diseñar o modificar los reglamentos de construcción.
En tanto, Víctor Manuel Cruz Atienza, investigador del Instituto de Geofísica (IGf), señaló que a raíz de los sismos de septiembre pasado, el gobierno japonés ha seguido apoyando a nuestro país en la reconstrucción y prevención de nuevos desastres con fondos para estudios científicos pertinentes.
Dijo que con este proyecto, iniciado desde hace tiempo, las nuevas estaciones permitirán analizar mejor, y como nunca antes se había hecho en México, los procesos tectónicos para cuantificar el potencial sísmico de la brecha, en donde es probable que se origine un gran temblor.
Cruz Atienza, líder del proyecto por la parte mexicana, mencionó que se abre la posibilidad de instrumentar no solo ese segmento de la brecha sísmica de Guerrero, sino también su porción al sureste de Acapulco -epicentro del terremoto de 1957 y en donde podría ocurrir una ruptura importante-, o en el Istmo de Tehuantepec, en donde también hay una brecha sísmica preocupante.
El investigador explicó que esta red de instrumentos es “anfibia”: una parte se ubica en tierra y otra en el mar -a profundidades de entre mil y cinco mil metros-, y a la vez es sismológica y geodésica.
Añadió que en el fondo marino habrá siete sensores de presión hidrostática para observar deformaciones verticales de la corteza continental, dos sitios GPS acústicos para la deformación horizontal y siete sismómetros de fondo marino, que se sumarán a la red terrestre, compuesta de 14 sismómetros ultrasensibles y 33 GPS diferenciales.
La red, que quedará instalada en su totalidad este mismo año, es un esfuerzo de instrumentación sin precedente en México, en una zona en donde, según evidencia histórica, han ocurrido varios terremotos importantes -al menos siete- en los 20 años previos al último sismo en la región, que aconteció en 1911.