**El 28 de noviembre de 1911 se proclamó el Plan de Ayala**
**Francisco Mendoza, Jesús ‘El Tuerto’ Morales y Próculo Capistrán, revolucionarios de la región, comprometidos con el movimiento zapatista y firmantes del Plan de Ayala**
Noemí Bautista / Fotos: Josué Escudero
Emiliano Zapata con su proclama: “La tierra es para quien la trabaja”, ganó la simpatía de muchos habitantes de la región sur del estado de Puebla, por lo que muchos se sumaron a su movimiento para luchar de la mano con él en la Revolución Mexicana, unidos en una sola demanda; que las tierras fueran entregadas a los campesinos.
En los pueblos de la región existía una añeja sed de justicia; luego de la lucha en la Independencia de México, no hubo muchos cambios, seguían siendo oprimidos por los hacendados o ‘gachupines’, por eso, el movimiento de Emiliano Zapata fue bien recibido con mucha simpatía en el sur de Puebla.
Cuando el héroe revolucionario llegó al estado, miró que la situación que vivían en esta región era muy similar a lo que vio en su natal Anenecuilco, donde había muchas haciendas que se dedicaban a la producción del azúcar, y a los campesinos les arrebataron sus tierras. Vio llorar a su padre porque los hacendados les quitaron sus tierras y lo mismo sucedía aquí, muchas personas perdieron sus tierras porque los hacendados se las quitaron, en ese contexto nace su movimiento, con el cual muchos se sintieron identificados y se unieron a él.
La oralidad de la gente está consciente de la presencia de Emiliano Zapata en la Mixteca poblana, de los movimientos y acciones que se registraron en esta región, y cómo este héroe revolucionario se refugió en esta zona para recobrar fuerzas, reunir alimentos y municiones, y actuar bajo la estrategia de guerra de guerrillas.
Raúl Martínez Vázquez, arqueólogo y cronista municipal de Izúcar de Matamoros, cuenta que en esta zona hubo muchos enfrentamientos, aunque no hayan sido batallas muy grandes, lo cierto es que la región siempre estuvo levantada en armas, participando activamente en la lucha por la recuperación y repartición de las tierras.
Por su posición política y geográfica, la entidad poblana era un lugar estratégico para la actividad revolucionaria, además de que Puebla capital era la segunda ciudad más importante del país. Por esa razón, con Emiliano Zapata se formó el Ejército Libertador del Sur y se proclamó el Plan de Ayala.
Emiliano Zapata en Jaltepec
Emiliano Zapata Salazar, nació el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos, es conocido como el “Caudillo del Sur”, fue comandante del Ejército Libertador del Sur y uno de los principales líderes revolucionarios, es considerado un símbolo de la resistencia agraria en México.
Zapata tenía 16 años de edad cuando llegó a la hacienda de Jaltepec, en el sur del estado de Puebla, luego de que, el 15 de junio de 1897, en una fiesta en Anenecuilco, Morelos, tuvo problemas y fue aprendido por las fuerzas rurales de Cuernavaca. Sus reclutadores tenían la encomienda de llevarlo a Cuautla, Morelos, pero en el camino apareció su hermano Eufemio que lo rescató a punta de pistola.
Por esta razón, los hermanos Zapata abandonaron el estado de Morelos y, como conocían a un trabajador en la hacienda de San Nicolás Tolentino, éste lo recomendó en la hacienda de Jaltepec, donde se escondió y se quedó ahí durante un año trabajando en las caballerizas, ya que una de sus grandes virtudes era ser domador de caballos y por eso era muy reconocido y cabía en cualquier lado.
En Chietla, Emiliano conoció a muchas personas, vio las injusticias que cometían contra los peones al igual que en su natal Anenecuilco, ahí pudo conocer a Dolores (Lola) Campos, con quien compartía el mismo sentimiento, porque ambos vieron cómo les quitaron las tierras a sus padres.
Regresa a Morelos
Tras permanecer un año en Chietla, se regresó a su pueblo natal. En 1906 fue reclutado al ejército por “La Leva”. En 1908, Zapata fue incorporado al 9° Regimiento de Caballería bajo el mando del coronel Alfonso Pradillo. En Cuernavaca, fue asignado como caballerango de Pablo Escandón, jefe del Estado Mayor de Porfirio Díaz, tras lo cual fue trasladado a cumplir las mismas funciones bajo el mando de Ignacio de la Torre, yerno del general Porfirio Díaz, quien le tomaría especial afecto por su destreza y conocimiento con los caballos; en ese lugar se dice que Emiliano Zapata expresó que se trata mejor a los caballos de este hacendado que a la gente que vivía en Morelos, lo que le generó mucha inconformidad.
Cuando comenzó el movimiento Anti-releccionista de Francisco I. Madero, Zapata comenzó pláticas en Morelos con Pablo Torres Burgos, jefe del movimiento Maderista en el estado, y se unió al movimiento tras compartir la idea de Madero, de restituir las tierras a sus “antiguos poseedores”, propuesta plasmada en el Plan de San Luis.
Cabe hacer mención que Zapata comenzó su lucha para la entrega de las tierras de manera legal en los tribunales, con documentos de propiedad en mano para que les devolvieran las tierras a sus verdaderos dueños, pero al no ver respuesta de las autoridades, vio que la única opción era a través de la lucha armada.
“El Caudillo del Sur”
De acuerdo con los registros que tienen los historiadores de la región, fue en el municipio de Jolalpan donde se nombran los comandantes, tras el asesinato del profesor Pablo Torres Burgos en Villa de Ayala, Morelos.
El 25 de marzo de 1911 en este pueblo del suroeste de Puebla, fue designado Emiliano Zapata Salazar jefe del Ejército Libertador del Sur y “Caudillo del Sur”, por acuerdo de todos los revolucionarios.
Tras la conformación del Ejército Libertador del Sur, las fuerzas zapatistas avanzan hacia la región de Izúcar de Matamoros y toman Chietla el 5 de abril de 1911. Posteriormente tomaron Chiautla e Izúcar de Matamoros.
Durante la toma en Chiautla de Tapia, la gente pidió a Zapata el fusilamiento del jefe político, Andonei, un hombre muy impopular y no querido por la gente, razón por la que se da este fusilamiento para comenzar a afianzar el movimiento.
De acuerdo con la crónica de viejos zapatistas, al tomar Chiautla se hace de armas y recibe la adhesión de sus pobladores, se hicieron de más de 70 fusiles y un buen acopio de parque. Juan Andreu Almazán narra que es ahí donde Emiliano se afianza como Jefe Máximo y único del Ejército del Sur, al reconciliarse con el viejo caudillo Gabriel Tepepa.
Jefes revolucionarios de la región
De los 14 jefes que surgieron, encabezados por Emiliano Zapata, cuatro eran originarios del estado de Puebla: Jesús “El Tuerto” Morales, de Petlalcingo, de la región de Acatlán de Osorio; Francisco Mendoza, de El Organal (ahora San Isidro El Organal), Chietla; Catarino Vergara y Amador Acevedo de Huachinantla. Los demás eran de Morelos y uno más de Huitzuco, Guerrero.
Jesús ‘El Tuerto’ Morales, era originario de Petlalcingo, fue cantinero en Ayutla de los Libres (Puebla). Desde 1890 fue amigo de los Zapata -Emiliano y Eufemio-. Desde joven fue muy pendenciero, se encontraba preso en la cárcel de Chiautla de Tapia cuando fue tomada esta plaza. Al ponerse en libertad a los presos, “El Tuerto” se incorporó a la Revolución, participando en casi todos los hechos de armas registrados en los estados de Puebla y Morelos, en contra de las fuerzas porfiristas; participó en los ataques de Chietla y en la toma de Izúcar de Matamoros.
Él fue uno de los firmantes del Plan de Ayala, ya con el grado de general. En febrero de 1913, tras la usurpación del poder por parte de Victoriano Huerta, Morales fue uno de los primeros que entró en tratos con el régimen huertista, reconociéndolo, y trató de convencer a algunos jefes zapatistas de que depusieran las armas. Debido a esto, Zapata lo consideró como traidor y lo ejecutaron el 12 de mayo de 1914, en Tlaltizapán, Morelos, aunque él pidió que su cabeza fuera puesta como lindero en un ejido, porque “él moría sintiéndose agrarista”.
El General José Francisco Clemente Mendoza Palma nació el 23 de noviembre de 1870 en El Organal, ahora San Isidro El Organal, en el municipio de Chietla, se dedicó a vender carbón en su localidad. En marzo de 1911 se incorporó al movimiento maderista, secundando el pronunciamiento de Emiliano Zapata, y participó en la toma de las haciendas de Atencingo y Jonacatepec, y en el sitio y toma de Cuautla, en mayo de 1911.
Francisco Mendoza fue firmante del Plan de Ayala y estuvo presente en Ixcamilpa en el primer reparto de tierras, en abril de 1912. Hizo una vigorosa campaña desde Axochiapan hasta Zacualpan, Morelos; en mayo de 1912, junto con Emiliano Zapata, Otilio Montaño Sánchez y otros jefes, se retiró a luchar al este del estado de Guerrero, sur de Puebla y sureste de Morelos.
Fue testigo de la muerte de Emiliano Zapata en Chinameca y se llevó el caballo del Caudillo de Sur, de acuerdo con la narración oral. A la muerte del General, Mendoza y otros de los jefes y cabecillas zapatistas firmaron un manifiesto, donde declaraban su compromiso de continuar la lucha.
Mendoza fue uno de los principales aspirantes a tomar el mando del Ejército Libertador del Sur, aunque no estuvo entre los últimos cinco participantes, siendo elegido como su sucesor el general Gildardo Magaña Cerda.
Otro de los generales que apoyó a Emiliano Zapata fue Próculo Capistrán, que si bien es originario de Morelos, se asentó en El Organal. Le tocó estar cerca del Caudillo del Sur, en noviembre de 1911, y ser uno de los firmantes del Plan de Ayala.
Todos los revolucionarios reconocen el valor que tuvo Próculo Capistrán al tomar parte en los hechos de armas y se sabe que murió combatiendo en un lugar denominado “Las Pilas”, del estado de Puebla, el 9 de septiembre de 1914. Su cadáver fue inhumado en el atrio de la iglesia de Santa Cruz Tejalpa, Tehuitzingo, Puebla, y exhumado en los 70, colocando sus restos en la plaza frente a la puerta principal del templo.
Toma Izúcar y quema el Palacio Municipal
El 20 abril de 1911, los zapatistas tomaron Izúcar de Matamoros, donde obligaron a toda la gente rica del municipio a cooperar con dinero para la causa y a la vez, saquearon la tesorería de la presidencia municipal, llevándose el dinero que tenían; pero primero permitieron que se les pagará a los maestros rurales, y lo que quedó, aproximadamente 3 mil 600 pesos, fue el motín que recibieron.
Posteriormente, quemaron el palacio municipal manifestando su inconformidad contra el gobierno; dado que Izúcar de Matamoros era el lugar indicado, por ser la ciudad más grande e importante económicamente de la región, “ellos manifestaron esa lucha revolucionaria, al quemar el símbolo del poder local que era el Palacio Municipal, en término de discurso, era una manera de decir, va fuerte la Revolución, y vamos contra aquellos que por mucho tiempo nos han tenido sojuzgados”, comentó el arqueólogo Raúl Martínez.
Mencionó que después de la toma de Izúcar de Matamoros avanzaron a Tepeojuma, pero debido a que apenas estaba empezando el movimiento zapatista, regresaron a la región para conocerla mejor; a este movimiento comenzaron a unir líderes como Francisco Mendoza y Agustín Cortés Huitzila, general originario de Xuchapa.
Emiliano Zapata fue cuidadoso cuando tomaba las haciendas, siempre que las atacaba no las destruía, porque sabía que era la fuente de la economía de la región, y si las destruía, los revolucionarios en algún momento iban a tener hambre, eso habla de que no únicamente conocía muy bien a la gente, sino también las dinámicas económicas de la región y las aprovechó en beneficio de las estrategias de las luchas revolucionarias.
Primeros acercamientos de Madero con Zapata
El arqueólogo Raúl Martínez Vázquez dio a conocer que lo ocurrido en el municipio de Tepexco es poco contado en la historia por la falta de documentos, pero es muy importante, pues ahí fue el encuentro que tuvo Emiliano Zapata con Juan Andreu Almazán, enviado de Francisco I. Madero, esto previo a que se conocieran en persona ambos personajes revolucionarios. “Este encuentro habla de que Emiliano Zapata quería tener este vínculo con Madero, y viceversa”.
Durante estos años, el comandante del Ejército Libertador del Sur peleaba a lado de Francisco I. Madero, porque seguían una misma causa.
Ruptura entre Zapata y Madero
Al triunfo del maderismo, Zapata no concibe que a sus tropas no se les otorgue la seguridad de tierras para sembrar; para él la guerra no terminaba con el derrocamiento de Porfirio Díaz, sino con la cristalización del objetivo del pueblo campesino: la devolución de las tierras robadas por los hacendados millonarios.
Fue en agosto de 1911, cuando Francisco I. Madero acordó entrevistarse con Emiliano Zapata en Yautepec para buscar una solución pacífica en el conflicto suriano, pero no se llegó a ningún acuerdo, pues Madero no concebía la Reforma Agraria como lo hacía Zapata, quien quería ver realizada la entrega de tierras.
Cuando Madero asumió la presidencia de la República, las diferencias no disminuyeron. Se reunieron en Palacio Nacional, donde Madero intentó sobornar a Zapata, pero este rechazó lo que le daban, que eran tierras y una hacienda.
Entre abril y diciembre de 1911, los zapatistas resistieron los embates de las fuerzas federales en Morelos y es durante ese periodo que da inició la estrategia de tierra quemada o tierra arrasada, emprendida por Victoriano Huerta. El 1° de septiembre, en Chinameca, Zapata fue atacado por los “colorados” de Federico Morales, mientras que el general Huerta avanzó y tomó la Villa de Ayala. Bajo este embate, Zapata huye por los cañaverales y se repliega hacia los pueblos de la Mixteca Baja, en donde considera indispensable reafirmar y difundir la esencia de su causa.
En San Juan del Río crean una proclama
El 26 de septiembre de 1911, en San Juan de los Ríos, Chiautla de Tapia, se redacta una proclama, que es firmada, entre otros, por Emiliano Zapata; en ella se pide “que se dé a los pueblos lo que en justicia merecen en cuanto tierras, montes y aguas, que ha sido el origen de la presente contrarrevolución”.
El cronista de Izúcar de Matamoros señaló que ese documento es un ultimátum al gobierno para devolver las tierras al pueblo, previo a la creación del Plan de Ayala, así como manifestar que estaban en pie de lucha.
Plan de Ayala
El Plan de Ayala surge debido a que en pláticas entre el jefe Zapata y el profesor Montaño, éste quería que hubiera un plan, porque los tenían por bandidos, come vacas y asesinos, y que no peleaban por una bandera, razón que los impulsó a crear su estandarte.
Debido a que el territorio morelense era inseguro para que el Caudillo del Sur estuviera, los hombres de la Mixteca, quienes concibieron como su gran deber preservar la vida de Zapata más que la de ellos mismos, lo escondieron en medio de las montañas, en Ayoxuxtla, en el municipio de Huehuetlán el Chico, con el resguardo de más de 800 hombres armados en los cerros.
En ese lugar, durante tres días, Otilio Montaño y Emiliano Zapata redactaron el Plan de Ayala, una proclamación política, en la que los zapatistas llamaban a las armas para restituir la propiedad de las tierras a los campesinos, pues se sostenía que las tierras habían sido arrebatadas al pueblo por caciques, hacendados y terratenientes, y deberían ser devueltas a sus dueños originarios. Su lema fue: “Reforma, Libertad, Justicia y Ley”.
Al terminar de redactar el documento, Zapata pidió que los hombres valientes pasaran y lo firmarán, entre los que se encontraban Francisco Mercado, de Chiautla de Tapia, y Próculo Capistrán y Francisco Mendoza de Chietla, más otros de Morelos.
A partir de ese momento, el movimiento zapatista tenía pendón y bandera. Y sin duda se podría decir que el Plan de Ayala, es la proclama más auténtica de la Revolución Mexicana.
Primer reparto agrario en Ixcamilpa
Fue el 30 de abril de 1912, cuando el general Emiliano Zapata Salazar hizo la primera restitución de tierras, aguas y montes, tal como estaba estipulado en el Plan de Ayala, en beneficio de los campesinos de la comunidad de Buena Vista, perteneciente al municipio de Ixcamilpa de Guerrero, Puebla.
Con este acto empezó el reparto agrario zapatista que en los años posteriores habría de revolucionar la estructura de la propiedad de la tierra en Morelos y en las zonas aledañas del Estado de México, Guerrero, Puebla y Distrito Federal.
Con esto, explica Martínez Vázquez, los zapatistas querían demostrar que se podía ejecutar el Plan de Ayala, y que después los demás habitantes iban a comenzar a exigir el reparto de las tierras.
Esta acción se comenzó a ver en varios pueblos. Un escrito, redactado por Gonzalo Escudero Espinobarros, secretario de la región, con fecha de 3 de agosto de 1915, de San Nicolás Tenexcalco, se lee que en presencia del general Francisco Mendoza se hizo la devolución de tierras a los habitantes.
“Los repartos agrarios se dieron en la región, en los estados de Guerrero, Estado de México, Morelos, aunque no fueron constantes como hubieran querido los revolucionarios; en la región se encontraron con la aparición del gringo, William Jenkins, quien vino a detener la lógica normal post-revolucionaria que era la repartición, y él hizo todo lo contrario, ahora no eran muchos los hacendados, solo era él, y empezó a acaparar todas las tierras”, manifestó el cronista.
Asesinato de Emiliano Zapata
Para 1918, Emiliano Zapata era un guerrillero con poco futuro, pues ante las constantes batallas, lo escaso de las municiones, la muerte de los cabecillas y la ley agraria de Carranza, apaciguó la causa suriana.
La historia cuenta que Emiliano Zapata fue asesinado cuando acordó reunirse con Jesús Guajardo en la hacienda de Chinameca, Morelos, el 10 de abril de 1919; al ingresar abrieron fuego en contra de él, recibiendo al menos 20 impactos.
Ahí falleció “El Caudillo del Sur”, pero el movimiento que inició continuó, aunque ya con menos intensidad. Los zapatistas acordaron nombrar a Gildardo Magaña Cerda jefe del Ejército Libertador del Sur. Aunque hasta el día de hoy, su movimiento sigue y sus frases retumban en las memorias de los habitantes del país.
Movimientos post-revolucionario
El movimiento zapatista continuó con los líderes que quedaron, algunos lucharon hasta su último aliento; tal es el caso, de Lola (Dolores) Campos, originaria de Izúcar de Matamoros, pero habitó en Chietla al casarse con Celestino, quien peleó incansablemente contra los Jenkins, pese a que en el camino perdió a su esposa e hijo asesinados.
En 1938, con la llegada de Lázaro Cárdenas a la presidencia de la República, por resolución presidencial se devolvió las tierras a los campesinos como les correspondía.
Recuerdos de los habitantes de Chietla
Lúcida, pero con mucha dificultad para recordar, Gloria Rodríguez Espinoza, de 101 años, habitante de San Isidro El Organal, contó que recuerda cuando su papá y hombres del pueblo se preparaban para ir a pelear y unirse a la causa que encabezaba Emiliano Zapata.
Así mismo, recordó cómo los zapatistas fueron a sacar a los “gachupines” que se encontraban en el ingenio de Atencingo, como parte de sus acciones revolucionarias.
Mencionó que al término de la guerra hubo hambre, no tenían para comer, y que, aunado a ello, muchos se enfermaron de influenza, lo que provocó la muerte de muchas personas en el pueblo. Según datos históricos, más de 50 mil personas fallecieron por la guerra y la influenza.
La señora Evelia Capistrán narró que los integrantes de su familia participaron en la Revolución y lucharon de la mano con Zapata, incluido su abuelo Gabino Casales, quien saludaba a este ilustre personaje y lo conocía porque en muchas ocasiones lo ayudó a sanar a sus soldados por sus habilidades curativas, ya que era ‘huesero’.
Rememoró que sus padres le contaban que los “gachupines” se llevaban todo a su paso y que violaban a las mujeres, por eso las tenían que esconder; sin embargo, Zapata no hacía eso, por eso muchos lo respetaban.
Manifestó que su abuelo materno, Timoteo Domínguez, era originario de Jaltepec, y tras la toma de la hacienda por parte del Caudillo del Sur, apoyaba, junto con zapatistas, amansando machos (una cruza de burro con yegua), porque eran más resistentes.