Punto de Vista / Nicolás Dávila Peralta
El Senador Alejandro Armenta Mier, presidente de la Comisión de Hacienda del Senado de la República, ha propuesto crear un Instituto Nacional del Litio, el cual considera imprescindible y fundamental para lograr la soberanía energética de nuestro país.
Durante su gestión como legislador, el senador poblano ha mantenido la iniciativa de considerar al litio como una riqueza nacional que, como el petróleo, debe ser nacionalizada.
Pero lo primero que surge en quienes hemos escuchado y conocido sus dos iniciativas, la de nacionalización y la de creación de un instituto del litio es la cuestión: ¿qué es el litio?, ¿por qué debe considerarse tan importante para proponer su nacionalización?
El litio es un elemento químico alcalino, metálico, diamagnético pero sumamente reactivo; es de gran importancia para muchos campos de la industria y de la medicina, por lo cual ha sido calificado como “el oro blanco” por esa diversidad de usos.
Este elemento químico es la base de la industria de las computadoras y las baterías de los teléfonos celulares; es fundamental en la industria de la electrónica e incluso en los autos eléctricos. Es además un elemento estratégico para la industria militar, sobre todo en misiles de defensa aérea. Dado el carácter de no renovable del petróleo, el litio está considerado como la opción del futuro.
Asimismo, en el campo de la salud, el litio es utilizado para analgésicos, antihistamínico, anticonceptivos, inductores del sueño, tranquilizantes e incluso para el tratamiento de psicosis maniaco depresiva.
En México, este metal es utilizado para la fabricación de baterías, cerámica, vidrio, producción de polímeros, entre otros usos.
Pero lo más importante es que México tiene el mayor yacimiento de litio en el mundo; se estima en 243.8 millones de toneladas el material que se encuentra en el país.
Sin embargo, como ha sucedido con la riqueza del territorio nacional, actualmente el litio es explotado por empresas de Canadá, Estados Unidos, Inglaterra y China, a las cuales se le han otorgado más de 159 mil hectáreas y esto de manera legal, porque su concesión a empresas privadas está permitida, ya que no se ha nacionalizado su explotación, tal como sucede con el petróleo.
La propuesta del Senador Armenta Mier de decretar la nacionalización de este elemento químico, se sustenta en el cuarto párrafo del artículo 27 constitucional que determina:
“Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma continental y los zócalos submarinos de las islas; de todos los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la industria; los yacimientos de piedras preciosas, de sal de gema y las salinas formadas directamente por las aguas marinas; los productos derivados de la descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos; los yacimientos minerales u orgánicos de materias susceptibles de ser utilizadas como fertilizantes; los combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos; y el espacio situado sobre el territorio nacional, en la extensión y términos que fije el Derecho Internacional.”
Así pues, las iniciativas del senador Armenta son de gran importancia para el país.
La nacionalización del litio confirmará no solo la propiedad que tiene la nación sobre este elemento, sino que pondrá límites a su explotación por empresas extranjeras y México podrá manejar esta riqueza en beneficio de la nación.
Por otra parte, la creación de un Instituto Nacional del Litio forma parte de la iniciativa de nacionalización, ya que permitirá la realización de estudios para saber las características de este mineral y de los lugares en donde se ubica.
Las iniciativas del Senador Alejandro Armenta Mier comprenden dos actos jurídicos: la declaración de que será el Estado quien tenga la propiedad de las tierras y aguas donde se encuentre el litio, y decidirá la mejor opción para la inversión extranjera y que se beneficie a todas las mexicanas y mexicanos.
Por otro lado, con la creación del Instituto Nacional del Litio, será el Estado mexicano quien tenga en su poder los medios para su investigación, exploración, explotación y venta; aún cuando no se excluya la inversión extranjera, pero definiendo las normas jurídicas que determinen la forma en que las ganancias sean para beneficio de ambas partes.