Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
El mal tiempo que ha azotado al estado de Texas con las graves consecuencias que provocó en ese estado de la unión americana, repercutió en la generación de energía eléctrica en México; el resultado fue la suspensión del servicio de manera intermitente en 26 estados del país, entre ellos el estado de Puebla.
¿Cómo fue eso?
Sucede que, desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se inició una política de privatización de las empresas del Estado; esta política se continuó en los gobiernos de Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quezada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, incluyendo sectores que eran considerados como estratégicos para el país, como los ferrocarriles y los aeropuertos.
Sin embargo, dos empresas no podían ser privatizadas porque estaban protegidas por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE); la primera creada al declararse la expropiación petrolera, en el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río (1938), y la segunda al ser nacionalizada la generación de energía eléctrica por el presidente Adolfo López Mateos (1960).
Frente a este obstáculo se estableció una estrategia orientada a debilitar ambas empresas con el fin de abrir las puertas de las mismas al sector privado.
De este modo, Pemex fue produciendo cada vez menos petróleo y entregó actividades secundarias a empresas privadas; en esta estrategia de desmantelamiento se llevaron a cabo la disminución de la elaboración de combustible por las refinerías nacionales y del aprovechamiento del gas natural.
Hoy, México, considerado país petrolero, vende el petróleo crudo y compra combustibles: gasolina, diésel y gas.
Por otra parte, en la generación de energía eléctrica se crearon empresas privadas que venden a la CFE la energía que producen, en tanto que se debilitó a la empresa nacional.
Hoy, la generación de la energía eléctrica de la CFE depende en 60 por ciento de la compra al extranjero del gas natural. De ese 60 por ciento, se compra a empresas de Estados Unidos el 80 por ciento y la mayoría de esas empresas son texanas y con la situación ambiental crítica en ese estado, han suspendido su venta a México.
Así pues, las políticas de los últimos cinco gobiernos que concluyeron con la reforma energética aprobada en el sexenio de Enrique Peña Nieto, gracias a la alianza PRI-PAN-PRD, han llevado al país a una dependencia energética que difícilmente se podrá revertir del todo en un sexenio.
Esto no es un asunto secundario. Si bien hoy el suministro de gas se debió a las condiciones climáticas de Texas, donde se encuentran las principales empresas que venden gas natural a México, esto constituye una voz de alerta: ¿qué pasaría si se generara una estrategia de suspensión de la venta de gas o gasolina a México como una forma de presión al gobierno? Por esto Pemex y la CFE son empresas estratégicas para la soberanía del país.
De ahí la importancia de la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica que se discute en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, como un paso adelante en la recuperación de la autosuficiencia energética que los gobiernos neoliberales le quitaron al país.
No es tarea fácil, hay muchos intereses económicos de empresas extranjeras metidas en el negocio de la producción de energía y hay también políticos que se han beneficiado y se siguen beneficiando con esta virtual privatización, provocada por la reforma energética que aprobaron los partidos que hoy forman la alianza electoral Va X México: PAN-PRI-PRD.
Retazos
En el sur del estado, el pasado fin de semana fue impactante en cuestiones de seguridad pública. En Acatlán mataron a golpes y pedradas a un joven; dos primos fueron ejecutados en Chietla; otro más fue asesinado en Puctla, otro baleado en Zolonquiapa y un miembro de la Guardia Nacional asesinó a un joven en Izúcar. Esto sin contar que dos individuos atentaron contra sus ex parejas uno a machetazos, en Atencingo, y otro a balazos en Izúcar.
Con la violencia y el machismo la sociedad está perdiendo el valor de la vida; se está olvidando que nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro ser humano.