Por: José Oscar Padilla Lobato
Luego de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) a través de su presidenta, Jannine Otálora, entregara la constancia de mayoría que acredita que Andrés Manuel López Obrador, el caudillo de Macuspana y alumno avanzado de Enrique González Pedrero, es ya el presidente constitucionalmente electo de los Estados Unidos Mexicanos para el periodo 2018-2024 y por supuesto con el discurso: “No será el Poder de Poderes, No enviaré palomas mensajeras ni halcones amenazantes, respetaré la división de poderes y cumpliré mis compromisos de campaña”, existen lecturas y señales obligadas de lo que está por venir en una transición tersa y pactada con Enrique Peña Nieto hacia la toma de posesión para el 1º de Diciembre de 2018 con un PND que sustentado en una votación histórica e inédita de más de 30 millones de votos tendrá 6 años para usufructuar a favor de los vencedores de MORENA ese bono democrático que representa el doble de la votación( 15 millones de votos) que hace 18 años llevara a la presidencia de la república a Vicente Fox Quezada.
Una transición que arrancó con la reunión de AMLO y Mike Pompeo, secretario del Estado Norteamericano, para definir la agenda migratoria y/o El Tratado de Libre Comercio (TLC) y en el marco del nombramiento de Marcelo Ebrard como virtual titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), el reacomodo de Héctor Vasconcelos en el Senado así como otros nombramientos del titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) Alfonso Durazo y la del representante de México ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente, acompañada por la austeridad republicana que proyecta con la cuarta transformación: una reingeniería institucional de la que comprende la descentralización de las secretarias de la CDMX hacia las entidades federativas y a su vez la concentración de todas las dependencias transferidas en una sola delegación que operaría en cada Estado sin perder de vista la regionalización.
Probablemente existen similitudes y analogías entre la transición presidencial del año 2000 con ZEDILLO-FOX a la actual PEÑA NIETO-AMLO; los escenarios cambian y la diferencia de votos de aquel proceso fue de 1 millón y medio de votos, mientras que en las elecciones recientes fue de más del doble de votos emitidos de votos entre el primero y segundo lugar.
En base a lo anterior, ello es el principio para la legitimación de un triunfo avasallador, sin embargo, a ese primer suceso democrático legal le queda pendiente la correspondencia y la homologación integradora del mismo con las impugnaciones a los resultados de las candidaturas a puestos de elección popular, como son las diputaciones federales, senadurías y gubernaturas como la de Puebla sin que ello signifique apostar a la unanimidad ni a la infalibilidad de los actores políticos e instituciones más bien siempre debe incluirse los disensos y las discrepancias; fallos que el TRIFE dará en unos meses para desterrar sospechosismos y dudas sobre todo el proceso electoral que se traduzca en una democracia con certidumbre para todos.
AMLO seguramente transitará de los ofrecimientos de campaña a la disponibilidad de la política real con presupuestos etiquetados y como algún conocedor lo sentenciaba pasar de la política económica neoliberal a la Economía política para el bienestar, asimismo con los foros de pacificación y reconciliación tendrá que ir diseñando una verdadera agenda nacional para la Amnistía que como escribiera: el gran Victor Hugo Trebounché. “Se puede dispensar y /o perdonar aquel pobre que roba un pan por hambre suya y de su familia, esa es un cosa y otra muy diferente es aquella de que el robo se convierta en el modus vivendi de la actuación criminal de un grupo o bandas que actúen al margen de la ley”.
Además AMLO una vez enfundado con la banda presidencial y más allá del ejercicio personal del poder con la seguridad suficiente deberá garantizar en los hechos a partir del 01/12/18 que nadie será perseguido ni juzgado por la manifestación de sus ideas, que no se criminalizará a la disidencia, crítica o discrepancia alguna en torno a las acciones de gobierno, que no se estigmatizará y/o acusará a nadie con la etiqueta muy dogmática y radical de traidor a la patria y/o contrarrevolucionario para fincarle inquisición judicial alguna; que las redes sociales deberán de seguir siendo libres sin barreras ni restricciones en materia de libertad de expresión y/o de prensa y no colocar candados para limitarla y hasta confiscarla como sucede con el Internet en la República Popular China o en la República popular de Korea del Norte.
El otro suceso mediático que de alguna manera podría haber eclipsado el evento de la cerfificación presidencial es la exoneración, absolución y liberación de Elba Esther Gordillo Morales, ex dirigente vitalicia del SNTE, misma que casualmente se da en el mismo día, si como dijo la ex ministra de la SCJN y virtual Sria de Gobernación: Olga Sánchez Cordero, “ Si los tiempos del derecho correspondían a los tiempos políticos” ¿habrá sido simple coincidencia, casualidad o causalidad que los dos eventos casi se hayan empatado o empalmado el mismo día aunque no la misma hora?
Así como la conferencia de prensa de EEGM programada para el 20 de Agosto, día que por cierto inicia el periodo escolar 2018-2019.
Si la Armonia y la concordia será la divisa para regular las relaciones políticas, económicas y sociales de todos los mexicanos será no solo una política sexenal sino una verdadera política de Estado más allá de atacar con políticas públicas eficaces el fenómeno de la violencia y la ingobernabilidad que avasalla en casi todas las regiones del país.
Probablemente a mediados o fines del sexenio 2018-2024 sabremos si la Democracia en México ha evolucionado y madurado para dejar su adolecencia y alcanzar los parámetros internacionales de los sistemas parlamentarios y si las élites del poder han sido capaces de asimilar y /o absorber los cambios culturales en el desarrollo de la participación ciudadana, sin manipulaciones y muy a pesar de ellas o al margen de las mismas.
Sin lugar a dudas el cambio cultural en el ejercicio de la presidencia de AMLO tendría que ser una versión tropicalizada de países como Noruega, Dinamarca, Holanda, Suecia y /o Finlandia donde el jefe de Gobierno ejercen el poder del estado con la mayor austeridad, sin ostentaciones ni dispendios.