El año electoral ha entrado en una etapa de pausa al concluir las precampañas que significaron en realidad una primera auscultación de las preferencias del electorado y de las estrategias que podrían seguir las campañas que iniciarán formalmente el 30 de marzo, para concluir el 27 de junio.
Las precampañas fueron un gasto innecesario para un país con un excesivo endeudamiento público, un peso devaluado y una administración marcada por escándalos de corrupción e impunidad; una crisis que se refleja en la inflación, en el estancamiento de los salarios y, entre otros hechos, en la lentitud en los apoyos para la reconstrucción de viviendas y edificios afectados por el sismo de septiembre y el retraso en los recursos que el Estado debe entregar a las universidades públicas.
Las precampañas revelaron el desconocimiento que los partidos tienen de esa realidad nacional, lo que se reveló en la pobreza de propuestas que fue sustituida por campañas oscuras, marcadas por la descalificación del contrario, la calumnia y expresiones que fueron del ataque sexista al ridículo, de “los prietos que no aprietan” al “yo mero”.
En este periodo de pausa no aparecerá en los medios ninguna propaganda directa de algún precandidato, pero sí se promociona a los partidos con miras a ganar las simpatías de los electores. Por esto, los partidos y las alianzas que han formado con miras a las elecciones has diseñado promocionales para la televisión y utilizan las redes sociales para el mismo fin.
Así, la alianza integrada por Morena, el Partido del Trabajo y Encuentro Social, pone el acento en los problemas que agobian al país, sin embargo, su discurso es superficial, repite lo que padece la mayoría de los mexicanos y promete que de ganar la Presidencia de la República revertirá esta situación.
Por su parte, la alianza formada por los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano, ha diversificado sus promocionales pero ponen el acento en la corrupción existente y repiten el spot del niño huichol: nananana.
El Partido Revolucionario Institucional, al cual se han unido el Partido Verde Ecologista de México y Nueva Alianza, es quien ha diseñado la peor estrategia en esta pausa de campaña.
Quizá la más conocida es la que amenaza a los votantes con perder los supuestos beneficios que han logrado los ciudadanos en este sexenio. El promocional suena a amenaza, te dice que al votar pienses que puede haber:
“Un día sin desayunos para los escolares, sin créditos ni apoyos para la vivienda, sin maestros, escuelas ni educación gratuita”, y concluye: “no valoramos lo que tenemos sin pensar que un día podemos perderlo o nos lo pueden desaparecer”, para cerrar destacando que todo ha sido por las bondades del PRI.
Es un discurso semejante al de hace seis años y responde a la misma estrategia de las elecciones estatales que se pueden resumir en esta amenaza: “si no votan por el PRI, perderán los apoyos de Progresa”. No hay propuestas para salir de la crisis, solo amenazas.
Por otra parte, se han intensificado las campañas de desprestigio a los enemigos políticos del PRI (digo enemigos porque así los concibe la propaganda, no como contendientes, sino como rivales que hay que eliminar).
En las redes sociales se han creado sitios de Facebook destinados expresamente a desprestigiar a los aspirantes de la alianza PAN-PRD-PMC y, sobre todo, de Morena-PT-PES.
El sitio “Amor a México” es un sitio dedicado a denigrar a Morena y a su candidato, con base en videos manipulados y noticias falsas; en tanto que el sitio “Red Ciudadana Mz 2018”, de la aspirante independiente Margarita Zavala Gómez del Campo, esposa de Felipe Calderón, se exalta la figura del esposo y se lanza en contra de los candidatos del PAN-PRD-MC y el de Morena-PT-PES.
Todo anuncia, pues, unas campañas electorales sin propuestas claras, sin verdaderos compromisos con la nación; solo promesas vacías y estrategias de todos contra todos y, por tanto, todos contra el pueblo de México.
Ojalá los dirigentes de los partidos, los candidatos y sus equipos de campaña asuman que lo importante no es denigrar o calumniar, sino presentar proyectos claros en bien del presente y el futuro de México.